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La reciente creación de una comisión entre el Gobierno central y el Govern balear para abordar las discrepancias sobre la regulación de los agentes inmobiliarios (API) contenida en la Ley 3/2024 de medidas urgentes en materia de vivienda, impulsada y aprobada por el Parlament de las Islas Baleares, abre un nuevo capítulo en la difícil y a menudo frustrante relación entre administraciones. A raíz de la postura del Gobierno de Pedro Sánchez, que cuestiona algunos aspectos clave de esta normativa, surge una oportunidad para debatir y, esperemos, llegar a acuerdos que sirvan para proteger a los consumidores y fomentar la transparencia en un sector tan crucial como el inmobiliario.

El cuestionamiento del Gobierno central tiene que ver, principalmente, con el carácter obligatorio del Registro de Agentes Inmobiliarios. Este registro fue concebido como una herramienta esencial para garantizar que aquellos que ejercen la intermediación inmobiliaria lo hagan bajo un marco de transparencia y profesionalismo. La exigencia de estar registrado no debería interpretarse como una restricción al ejercicio de la actividad, sino como una medida de protección tanto para los consumidores como para los propios agentes.

De hecho, el objetivo de esta regulación no es limitar la entrada de profesionales al mercado, sino asegurar que aquellos que actúan en él lo hagan con los conocimientos y la formación adecuados. Como se establece en la ley, los agentes inmobiliarios deben cumplir con una serie de requisitos de capacitación que les permitan ofrecer un servicio que garantice la seguridad jurídica en las transacciones, la correcta información sobre los inmuebles y, sobre todo, la protección del consumidor. En un mercado inmobiliario tan complejo como el balear, donde el acceso a la vivienda es uno de los grandes retos de nuestra sociedad, la regulación y profesionalización de los intermediarios resulta más necesaria que nunca.

Es importante recordar que esta regulación fue el resultado de un consenso entre el PP y el PSIB-PSOE, pactada durante la fase de enmiendas de la tramitación de la ley en el Parlament. El hecho de que haya sido impulsada por ambos partidos demuestra que no estamos hablando de una propuesta partidista o ideológica, sino de una medida de interés general que busca mejorar la calidad del mercado inmobiliario en Baleares. La creación del registro, por tanto, no es una mera formalidad burocrática, sino una respuesta a la necesidad de incrementar la transparencia y la seguridad en un sector que maneja grandes volúmenes de dinero y afecta directamente a la vida de los ciudadanos.

El cuestionamiento del Gobierno de Sánchez sobre si este registro es compatible con la ley estatal es, cuanto menos, preocupante. La intermediación inmobiliaria responde a un interés general que afecta tanto a la seguridad pública como a la protección de los consumidores. El mercado inmobiliario de las Islas Baleares tiene características únicas, y no todas las normativas nacionales responden a las particularidades de nuestras islas.

Es esencial que la comisión creada entre ambas administraciones tenga en cuenta estas especificidades y no retrase la implementación de una normativa que ya ha sido debatida, negociada y aprobada.

Un retraso prolongado en la aplicación de estas medidas podría tener graves consecuencias. Estamos hablando de una posible paralización de inversiones en el sector, un golpe que las islas no pueden permitirse. No podemos olvidar que el acceso a la vivienda es uno de los problemas más acuciantes de nuestra comunidad, y cualquier medida que contribuya a destensar el mercado, proteger a los consumidores y garantizar un entorno más seguro para las transacciones debe ser implementada con la mayor celeridad posible.

Desde ABINI, confiamos en que el Govern y el Gobierno central llegarán a un acuerdo que permita avanzar en la regulación del sector inmobiliario. Es necesario que la Comisión Bilateral sea ágil y eficaz en sus negociaciones para no perjudicar ni a los consumidores ni a los agentes inmobiliarios. La incertidumbre no es una opción. Es vital que las medidas necesarias se pongan en marcha cuanto antes para que el mercado pueda seguir funcionando de manera óptima y los ciudadanos de Baleares tengan acceso a un mercado inmobiliario más seguro, transparente y justo.