TW
2

Hace 27 años, el Consell de Mallorca, gobernado entonces por la Unió Mallorquina de Maria Antònia Munar, adoptó la decisión de establecer como fecha para la celebración de una Diada de Mallorca la del 12 de septiembre, conmemorando una de las efemérides que nos convirtió en lo que somos, una entidad política diferenciada de cualquier otra. Ciertamente, el Regne de Mallorca con su derecho privativo y su Carta de Franqueses i Privilegis, y la actual CAIB –que, obviamente, incluye a todas las islas del archipiélago– no son lo mismo, pero el sentimiento de pertenencia a una misma comunidad de ciudadanos y el apego a la isla es, probablemente, muy parecido al de 1276.

Nada de esto debe interpretarse como un rechazo a los estrechos lazos de sangre, culturales y de todo tipo que ocho siglos después aún mantenemos con comunidades hermanas como Cataluña o la valenciana. Pero nuestra identidad singular no nace, por más que el nacionalismo insista en ello, el 31 de diciembre de 1229, con la conquista de la Madina Mayurqa musulmana y su incorporación a la Corona d’Aragó, sino, precisamente, cuando quienes poblaron las islas provenientes de esos territorios peninsulares y sus descendientes se convirtieron en un pueblo de caracteres perfectamente reconocibles, con una marcada identidad insular.

La Festa de l’Estendard de cada 31 de diciembre debe seguir, pues, siendo la fiesta palmesana de la conquista, una de las más antiguas y arraigadas de Europa. No tiene absolutamente ninguna tradición en la Part Forana, y el artificial intento de extenderla como fecha para la Diada responde únicamente a una concepción partidista que pretende poner el acento en nuestra pertenencia a un ámbito cultural que el nacionalismo anhelaría convertir en proyecto político común con Cataluña y otros territorios de habla catalana. Como siempre, desde posiciones supuestamente progresistas, lo que se busca es domesticar a la ciudadanía y hacerla sentir mediante adoctrinamiento de forma distinta a como espontáneamente se autopercibe.

Nuestros nacionalistas son los únicos del mundo que, en lugar de defender la identidad del territorio que les da razón de ser, abogan por nuestra integración y sumisión a otras comunidades. Por más nexos que tengamos con Cataluña, y aunque muchos descendamos de pobladores venidos de sus tierras y sigamos hablando su lengua, la inmensa mayoría de los mallorquines no nos sentimos catalanes ni, mucho menos, lo somos por derecho.

Capítulo aparte merece la incomprensible posición política de El PI y su presidente en esta cuestión. Quienes formaron parte –Tolo Gili incluido– del mismo partido que instauró en 1997 la Diada del 12 de septiembre, reniegan ahora de aquella posición –que atribuyen falsamente a PP y Vox– y se alinean con la izquierda soberanista, haciendo una llamada al boicot a la decisión de recuperar esa fecha.
Parece, no obstante, que este ‘cambio de opinión’ –al más puro estilo de Sánchez– no cuenta con el apoyo de relevantes cargos electos del partido, que hubieran preferido mantener la coherencia antes que abrazar las tesis del feroz adversario que, durante décadas, ha negado el pan y la sal a los exregionalistas. Més per Mallorca ya teníamos uno, no nos hacen falta réplicas.

Feliz Diada para todos.