En 1995 entró en vigor el Acuerdo de Schengen, que establecía la libre circulación entre los estados europeos firmantes. En la actualidad está vigente en 29 países: 25 de los 27 estados miembros de la Unión Europea (Bulgaria y Rumanía han entrado parcialmente este año, Chipre es candidato e Irlanda tiene una cláusula de exclusión voluntaria) y los cuatro miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio: Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza. Se considera uno de los principales logros del proyecto europeo y permite a más de 400 millones de personas viajar libremente entre los países miembros sin pasar controles fronterizos.
Como último recurso, el Código de Fronteras Schengen permite a los estados miembros restablecer los controles fronterizos por circunstancias excepcionales (requieren la aprobación del Consejo Europeo) o para responder a amenazas graves para el orden público o la seguridad interior (sin la aprobación del Consejo). En la práctica, ya hay ocho países de la UE que tienen activos controles en alguna de sus fronteras. Esta semana Alemania ha anunciado que ampliará a partir del 16 de septiembre los controles fronterizos temporales para luchar «contra la migración ilegal y como protección contra los peligros del terrorismo islamista». A los que tiene ya en el territorio lindante con Polonia, República Checa, Austria y Suiza, añadirá las fronteras con Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Bélgica y Dinamarca.
Los últimos ataques islamistas con víctimas mortales, así como la reciente victoria del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) en las elecciones en el estado de Turingia, motivan la decisión del gobierno germano. Desde el año 2015 se ha producido una entrada masiva de solicitantes de protección internacional a Alemania con su política de puertas abiertas. A las peticiones de personas procedentes de Siria y Afganistán se unió la masiva llegada de ucranianos a partir de 2022. En 2023 se contabilizaron 330.000 solicitudes de asilo y los refugiados residentes en el país superan ya los tres millones. Ahora, lastrado también por los problemas económicos, el gobierno de Olaf Scholz dice que Alemania ha llegado al límite y ha aprobado una ley para facilitar la deportación de migrantes cuya solicitud de asilo se ha denegado.
Es imposible frenar los movimientos migratorios. Crisis climáticas, hambrunas, guerras, la mejora de las oportunidades laborales o de estudio, el reencuentro con familiares o el temor fundado de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social, de género u orientación sexual motivan estos desplazamientos.
El objetivo común debe ser la apuesta por una migración segura, ordenada y regular. Sin embargo, el incremento del voto a la extrema derecha en Alemania es la evidencia del fracaso de su política migratoria.
3 comentarios
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Mariano J. MayansPerfecto, según ese argumento, cada uno debe aguantar su vela, ¿no? Los franceses tendrán que aceptar a los magrebies, pero nosotros en España no, nosotros en todo caso será a los inmigrantes hispanoamericanos, los ingleses a los asiaticos, etc. No está siendo equilibrada la recepción de inmigrantes, y desde luego, el tratamientos a los delincuentes debe ser firme, no como ahora.
Hay un detalle que ha olvidado comentar la Sra. Ginard y que puso de manifiesto hace breve tiempo la también articulista Sra. Amaya Mixhelena. El salario más bajo que se paga en Alemania asciende a 2.500 €/mes. Si este salario alemán fuera el mismo salario que en Argentina donde los trabajadores suelen cobrar 300 €/mes creo que nadie estaría interesado en emigrar hacia Alemaniaahir mismo, probablemente no habrían activado fronteras de emergencia no la extrema derecha tendrá el protagonismo que tiene.
Creo que deberíamos de reflexionar un poquito. En Europa, hasta no hace muchos años, hay países que han mantenido "COLONIAS" tanto en el Continente Africano como en América del Sur y también en algunos países asiáticos. Europa ha ejercido como auténtico EXPLOTADOR tanto de los recursos materiales como humanos de esos países ocupados. Ahora, después de lo que ha supuesto para muchos de aquellos países que estuvieron bajo dominio extranjero, se produce un movimiento justamente contrario: tras la esquilmación, esas gentes lo que buscan es poder tener una VIDA DIGNA, cosa que las "potencias coloniales" les negaron. Si tuviésemos un mínimo de vergüenza y honradez, esos países que conforman esa ENVIDIADA Europa y que se autoproclaman como "cristianos", deberíamos ser capaces de aceptarlos.