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Será muy complicado analizar la vida política balear en el futuro. Todo lo que puede ser opinable se convierte en un asunto privado a pesar de constatar las incongruencias de determinados políticos. Cuando Armengol fue pillada a medianoche en el Hat Bar, era claramente un asunto privado, decían algunos colegas, aunque imagino que dejó de serlo cuando intervino la policía local para hacer un atestado que posteriormente se extravió. No entiendo demasiado bien que Armengol pidiese disculpas a los ciudadanos por un tema privado como irse de copas en plenas restricciones por la pandemia.

Ahora tenemos otro asunto privado. El portavoz de Més per Mallorca en el Consell de Mallorca acaba de vender su casa a un extranjero a pesar de que su partido quiere prohibir este tipo de transacciones. El líder de Més, Lluís Apesteguia, decía este lunes que no entendía muy bien que un asunto privado fuese noticia para acabar lamentando la crisis que vive el periodismo. Es decir, denunciar que un político hace lo contrario de lo que predica es un tema privado y un medio de comunicación no puede explicarlo a sus lectores, oyentes o televidentes. No me imagino cómo se las gastaría Apesteguia si tuviese algo de poder respecto a la censura de los medios de comunicación, aunque le ruego que no le pida consejo a su socio Negueruela, todo un experto. También es un asunto privado que el mismo líder de Més se haga una casa con piscina en plena campaña de la formación nacionalista contra este tipo de construcciones por la falta de agua. Estoy convencido de que si los medios no estuviesen en crisis desvelarían muchos más casos como los de Alzamora, que lamentablemente nunca se conocen por autocensura o por simple desconocimiento. Recuerden que Alzamora es uno de los dirigentes políticos que más ha reivindicado el uso del transporte público mientras usaba un aparcamiento pagado por el Consell cuando era conseller del gobierno insular. Otro asunto privado, imagino.

También imagino que Apesteguia hablará con sus socios de Sumar para que nunca más vuelvan a criticar el ático en el que vive Díaz Ayuso y de su novio. Sea o no privado, hacer lo contrario de lo que un partido defiende no da demasiada credibilidad.