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Ya no quedan jesuitas en Montesión. Después de cinco siglos la comunidad, reducida a 10 miembros, casi todos nonagenarios, ha sido dispersada. Tres de ellos, los más ancianos, trasladados a una enfermería. El resto, enviados a la Península.

Resulta razonable el enfado de los antiguos alumnos de los jesuitas por el desgraciado final de la orden en Mallorca. Cinco siglos es mucho tiempo. Sin embargo, mucho más antigua es la huella judía que persiste en aquel lugar, donde se ubicó la Sinagoga Major de la Ciutat de Mallorca. Tras la revuelta antijudía de agosto de 1391, el templo desapareció. Más tarde, fue la primera sede del Estudi General Lul·lià. En 1597 –más de un siglo y medio después de las conversiones forzosas de 1435 que acabaron, solo oficialmente, con la vida judía en la isla- don Raimundo de Verí i Despuig, Baylo Comendador de la Orden de San Juan de Malta en Mallorca, recibió la carta– patente de fundador del colegio de Montesion, firmada por el entonces padre general de la Compañía de Jesús, Claudio Aquaviva. Y ahora, todo ha acabado. El triste episodio, no me lo negarán, contiene algo de justicia poética. Son muy pocos los que saben qué se oculta en las entrañas del viejo templo barroco levantado ostentosamente en el lugar donde los judíos mallorquines rezaban al Dios de Israel. En cierta ocasión, siendo yo coordinador general del Institut d’Estudis Baleàrics, visité aquel lugar, creo recordar que en compañía del president Matas. El prior de la comunidad –ignoro si su cargo tenia oficialmente esta denominación– me recibió con una socarrona sonrisa al tiempo que me espetaba: «Bienvenido a la que fue su casa».

La actual situación de Montision está envuelta en brumas de misterio. Parece ser que existe una operación inmobiliaria que afecta a toda la manzana que alberga el actual templo. Unas obras de restauración, que deberían haber finalizado a finales de 2025, ni siquiera se han iniciado. Creo que sería bueno plantearse ahora la devolución de tan emblemático lugar a sus originarios propietarios. En Mallorca existe una comunidad judía pequeña pero pujante, un caso único de recuperación de las perdidas raíces hebreas, objeto de atención por parte de significadas personalidades, tanto de Israel como de la diáspora. Y en ella estamos descendientes directos de los judíos perseguidos y arrasados entre los siglos XIV al XVII. A título puramente personal: devolvednos Montesión.