TW
3

Desde hace un par de semanas resulta difícil quedar una noche con algún amigo progre para tomar unas cervezas porque parece que están sentados todos en el salón de casa haciendo bulto ante el programa de Broncano en la tele. Yo no he visto todavía ni a Broncano ni a Motos, pero sé muy bien lo que significa tomar partido y elegir bando sin dejar de ser un convidado de piedra. En su momento seguí siendo más de Perico que de Induráin aun cuando este iba ya por su tercer Tour, como siempre fui más de Carl Lewis que de Ben Johnson (y mira que acerté en eso), y sobre todo más de Borg que de McEnroe (aunque, de concederme ese deseo, por el único tenista por el que me hubiera cambiado habría sido Guillermo Vilas durante aquel mes escaso que estuvo saliendo con Carolina de Mónaco y el título de número 1 pasó a ser algo secundario en el tenis). Fui asimismo más de Julio Verne que de Salgari de niño y más de Agatha Christie que de Conan Doyle ya de mayor (por más que hoy piense que donde esté el comisario Maigret de Simenon, que se quiten Holmes, Poirot, Marple y compañía). Si los hubiera visto torear, creo que habría sido más de Belmonte que de Joselito y precisamente porque nunca lo vi jugar soy más de Di Stéfano que de Pelé, Cruyff, Maradona, Messi o Cristiano Ronaldo. Y ahora que la gente parece empeñada en dividirnos entre los que ven a Broncano o a Motos, yo no puedo por menos de recordar que también era más de García que de De La Morena y hoy no soporto las batallitas particulares de ninguno de los dos.