Frente a la expresión del ‘Aquí sobra gente’ tenemos aquella otra del ‘Aquí todos somos necesarios’, afirmación que se me ocurría nada más bajar del autobús de Esporles a Palma y salir a la plaza de España desde la Estación Intermodal. Estamos en septiembre. Ha pasado el verano y algo más de cuatro meses desde que se lanzó a los medios de comunicación esto de que en Mallorca sobran turistas, de que ya no caben más, a no ser que pretendamos destruir la isla. Menudo atrevimiento. Detrás hay algo que no sabemos, como casi siempre. Pero el hecho es que nuestra clase política y nuestros líderes sociales, comenzando por la presidenta Marga Prohens, que no es una niña y nada deja al azar, han comenzado a tomar las riendas sobre el asunto.
A la hora en que me planteaba esta reflexión, las doce del mediodía, la plaza de España estaba especialmente concurrida. Mi objetivo era el de llegar andando hasta la plaza de Cort, donde debía hacer unas gestiones. Tiempo tendría para comprobar si somos muchos o pocos los que sobramos. A mi alrededor transitaban chinos y colombianas, marroquíes y senegaleses, un variado universo del cual puedo dar fe de que no sobraba nadie. Todos con paso rápido y a su faena. Otra cosa sería nada más alcanzar la calle de San Miguel. Aquello era un interminable paseo de turistas, también de las razas más variadas, y sobre todo de edades dispares. Algunos paseando hasta con silla de ruedas.
Hoy el turista de hace cincuenta años ha desaparecido. Se notaba en caminar acompasado de familias, en que se confundían padres, abuelos y nietos. Parecían también de recursos económicos diferentes. Unos a la búsqueda del bocadillo más barato, otros entrando y saliendo de las tiendas de modas. Quise hacerles una foto. La dependienta me miró. Le expliqué el motivo. «Por favor que sigan viniendo turistas. De lo contrario me iré a la calle» me objetó con cierta violencia verbal.
Antes de concluir este artículo -suelo escribirlos y dejarlos reposar- me he sentado en uno de los bancos de la restaurada plaza de España. El mismo banco donde hace años una testigo de Jehová me quiso vender un ejemplar de la Biblia. Una jovencita, sentada a mi lado, hablaba por el móvil en un extraño idioma. No he podido frenar mi curiosidad y le he preguntado cuál era. Por preguntar que no quede. Me ha contestado, en español y amablemente, que el guaraní. «Entonces eres del Paraguay». Le he respondido. «Si señor. Allá este es nuestro idioma oficial». He quedado más perplejo que nunca. ¡Claro! Esta niña, Caty Bogado, al igual que la pequinesa que vive en Esporles, haciendo el doctorado en Ingeniería Informática en la UIB, en absoluto sobra. Mallorca es destino de muchos esperanzados de los cinco continentes, al igual que de los miles de turistas que nos visitan, y dejan cariño, respeto y dinero. El tiempo dirá si hay que cerrar puertas y como hacerlo.
Entonces, ¿no sobra nadie? Pues sí. Claro que sí. Sobran ilegales, sobran políticos acoquinados, torpes y aprovechados que hacen del servicio público un chiringuito, sobra el despiadado tráfico de niños denunciado por los medios. Sobran multitud de delincuentes que amenazan nuestros domicilios y comercios como jamás había sucedido. Digámoslo bien alto.
9 comentarios
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Los que dicen que sobra gente, que no se quejen tanto, que empiecen marchándose. Y antes de irse que propongan como echar a unos cuantos más. Si no podemos echar ni a los ilegales, cómo vamos a echar a la gente, mallorquina, forastera o extranjera legal? O creen que tener 8 o 16 o 32 apellidos mallorquines es un argumento, un salvoconducto, que confiere algún derecho para poder echar a los demás y quedarse aquí? Mucho funcionario es lo que hay.
PruneitorMolt bo !! Ho diré en castellà pq el senyor Pinya ho entengui: muy bueno !!!!
Interesante artículo y conclusiones sacadas de haber paseado de plaza de España y Cort. Ahora explíqueme los datos de saturación de hospitales, carreteras, comercio local que cierra en pos de franquicias, pérdida de valores culturales y lengua, falta de recursos hídricos, destrucción de territorio para seguir construyendo, gentrificación, especulación, subida insostenible del precio de la vivienda... Por favor señor Pinya, explíqueme que todos estos problemas no tienen nada que ver con la llegada de extranjeros y peninsulares para trabajar en este monstruoso sistema de turismo masivo.
Alerta senyor Pinya que els seus descendents tenguin que abandonar algun dia la terra que diu que vostè tant estima. Tal vegada podran anar a Israel.
Y sobretodo sobras tu.
Possiblement dins una bonança econòmica se pot suportar aquest excés de gent, veurem que passa amb una crisi econòmica o un tall en sec del turisme, aposta s' ha de començar a fer un decreixement turístic i poblacional .
Señor Piña, hemos crecido por encima de nuestras posibilidades, y esto ha afectado a la calidad de vida de la mayoría de ciudadanos; no tanto a los que viven en un chalet en la Serra de Tramuntana. Pero sí a la mayoría, con espacios naturales (Es Trenc, Formentor, calas de Llevant ...) saturadísimas; con un ultraliberalismo inmobiliario por el que se están pagando 400 y 500 euros por una habitación. Los hijos mallorquines de las clases medias no pueden comprarse un piso porque los patriotas constitucionalistas del PP y del PSOE prefieren la economía especulativa de alquilar a extranjeros que no el derecho constitucional a la vivienda. Unos patriotas sí, algunos de pulserita rojigualda. El lema del GOB: Sin límites no hay futuro, se ha cumplido. Saturación, pérdida de esencia, servicios básicos difícilmente asequibles; todo esto gracias a una clase política nefasta, cainita, sectaria, clientelista. Ahora bien, si Ud es un adorador del Becerro de Oro, no se preocupe, está en el lugar ideal. Sobran más muchos mallorquines que no algunos inmigrantes de bien. Y no lo dude, aquí ha habido un volumen de negocio y de gente añadida por la falta de control que sí sobra. se pueden volver a sus casas.
Interesante punto de vista. Gracias.
Muy acertado su artículo, le ha faltado indicar donde depositar las respuestas de los manipulados odiadores del (foráneo, foraster, guiri, inmigrante, hotelero, explotador...) Puede poner lo que quiera, hay un movimiento para empobrecer a las clases medias, y aquí lo han tenido sencillo; Acabando con el turismo nos haremos el harakiri. Eso sí, en una playa semivacia y sin atascos.