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Mientras no dejan de aumentar las plantillas de los gabinetes de prensa en las administraciones, incluyan también las empresas públicas y otros muchos entes institucionales, se debilitan la redacciones de los medios por los recortes y la imposibilidad de retener o atraer más personal. Así, a medida que se vacían las redacciones de periodistas, aumenta el número de escritores de notas de prensa y comunicados varios que complican nuestro trabajo diario.

Explica Alba Tarragó, redactora de Ara Balears, que en poco más de tres décadas, las administraciones de Balears han pasado de contar con un único periodista, adscrito al Consell General Interinsular, una institución preautonómica, a superar los 120. Proliferan en el Govern, los consells insulars y los ayuntamientos. Los sueldos de estos funcionarios comunicadores superan los asignados a los redactores de prensa escrita, radio y televisión. Trabajan con horarios más ajustados, que facilitan la conciliación.

Cada cambio de gobierno provoca un vaivén de idas y venidas. Cada vez hay más puestos a cubrir. Son contratados como asesores, jefes de gabinete, responsables de comunicación, directores para la relación con los medios, etc. Y su cometido no se limita al comunicado diario. Son requeridos para redactar discursos y réplica, incluso cartas de condolencia para que el político de turno exprese sus cálidos sentimientos a los familiares del fallecido que dejará de votar. Pero sus allegados lo seguirán haciendo.

Esta abundancia de periodistas públicos dificulta e impide, de facto, el contacto directo y la conversación fluida y eficaz con los políticos. Una práctica antaño habitual, sometida hoy al control del gabinete de turno. Amparados en el que están muy ocupados desvían o eluden cualquier llamada. Pero como escribió el gran García Márquez: «Aunque se sufre como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo».