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Como historiador del arte que soy, y estudiante además de Bellas Artes (aunque confieso sin pudor que voy a tardar unos años más en acabar la carrera, por aquello de que el arte nunca debe tener prisa), me fascinan las obras que mezclan de formas más o menos evidentes el mundo del Eros con las propuestas presentadas, aunque más de una vez el objetivo de las mismas sea la sempiterna y siempre popular provocación. Me explico: resulta que hace muy poco, la artista suiza Milo Moiré ha presentado una performance llamada ‘Mirror Box’, que consiste precisamente en una caja cuadrada hecha con espejos que lleva alrededor de su torso, provista además de una apertura frontal que permite al espectador introducir sus manos por ella para palpar (no se puede decir de mejor manera) los senos de ella, que por lo visto están desnudos. Y más allá de evidentísimos parecidos con acciones de artistas mucho más veteranas como Valie Export o incluso la mismísima Marina Abramovic, a mí personalmente lo que me sorprende es que se haya creado tanta controversia como para que el asunto se haya hecho viral. Es decir, ¿ocurriría lo mismo si la artista se hubiera colocado la ‘Mirror Box’ en los pies o en la cabeza? Es evidente que no… así que es evidente también que eso de provocar sigue siendo algo de lo más sencillo y facilón, aunque muchos/as piensen que sea esencial para crear una obra interesante. Así es el arte contemporáneo…