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Nunca hemos escuchado a ningún político, cura, inversor o intelectual, tras explicar a qué se dedica y cuál es su trabajo, añadir con cierta displicencia «Alguien tiene que hacerlo». Y sin embargo, se trata de una de las frases más habituales en novelas policíacas y pelis de acción, muy repetida por detectives, polis, matones y fulleros, así como toda clase de individuos con negocios raros o peligrosos, bastante desagradables, y que a veces incluso exigen para su desempeño ir disfrazados. ¿Cómo los futbolistas y porteros de discoteca? Sí, pero los futbolistas y los porteros de discoteca no tienen nada que ver, porque ninguno de tales profesionales, preguntados cómo llegaron a eso, respondió jamás alguien tiene que hacerlo. Parece que todo el mundo da por bueno que ciertas cosas deben hacerse necesariamente (alguien debe hacerlas), y otras, como plantar patatas o escribir sonetos, no. Y casi siempre, estas cosas que hay que hacer son los llamados trabajos sucios. Un asaltante de diligencias podía decir alguien tiene que hacerlo, pero a un ladrón de guante blanco nunca se le ocurriría tal justificación. No le hacía falta, si es que se entiende lo que intentamos explicar. Así comprendí yo, desde pequeño, que el mundo es un lugar estrafalario, donde a menudo no queda más remedio que hacer cabronadas, y alguien debe hacerlas. Otras cabronadas, políticas, financieras o intelectuales, no se consideran tales, y las hace cualquiera. De joven, cuando yo era perito agrícola y combatía el escarabajo de la patata y la tristeza del naranjo, entre otras calamidades agrícolas, y me pasaba el día de sol a sol cubierto de mugre y productos tóxicos, me moría de ganas de poder decirle a alguien esa mítica frase. A una chica, me refiero, porque en las pelis el héroe liga mucho diciendo eso. Alguien tiene que hacerlo. Pero cómo vas a ligar trabajando todo el día de sol a sol; no hay chicas en esas cabronadas que alguien tiene que hacer, y eso que yo circulaba por el pueblo en un Jeep de la guerra de Vietnam, con una pierna fuera como John Wayne en La taberna del irlandés. Ni así. Y ahora, que hay más trabajos sucios que nunca, ya nadie recurre a esa frase. Muy raro. Por qué será.