Preocupaciones no tengo, pero en cambio, hormigas todas las que quieran. Diminutas, en todas partes, a millares, muy cabronas. Sobre todo en la cocina, en hileras casi invisibles; hasta dentro del frigorífico encontré alguna, sobre los cogollos de lechuga y rondando el queso mahonés curado, las muy bellacas. Bueno, no es exacto que no tenga preocupaciones, lo que ocurre es que no les presto ninguna atención, me despreocupo, no hago caso. Tener preocupaciones a mi edad es de capullos, porque a estas alturas, en fin, que qué más da. Los jóvenes, por desgracia y por lo que se les viene encima, ya no pueden ser alegres y despreocupados como sería su obligación; los viejos sí, porque ya, total… Toda la vida he querido ser displicente y despreocupado, así que aprovecho mientras todavía hay tiempo.
Hormigas, muchas hormigas
Palma07/10/24 4:00
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