TW
1

Que la carrera política de Alvise Pérez es meteórica creo que no hay nadie que lo ponga en duda. Ya está en las cloacas y ni siquiera ha respirado aire puro. Su nombre se asocia a criptomonedas, pagos a un empresario, clubes de alterne etc, algo que recuerda en demasía a viejos casos de corrupción como si hubiera plagiado el modus operandi en vez de labrarse un futuro en los juzgados por su originalidad. Sin estar metido en el poder ya se las ingenia para pispar y luego lo enmascara con excusas de truhán de medio pelo. Pero, claro, tampoco le vamos pedir peras al olmo, sobre todo si el vetusto sistema de corrupción puede seguir siendo jugoso. Este señor parece haberse propuesto acaparar los medios de comunicación como sea, haciendo bueno el dicho: que hablen de ti aunque sea mal. Lo que es verdaderamente malo es que 800.000 personas le dieran su visto bueno a esta especie de Torrente de andar por casa que revienta los trajes corbata y no precisamente de musculatura. Él pensará que 100.000 euros a tocateja de un empresario de criptomonedas es una minucia, porque claro Alvise ya soñaba antes de las elecciones europeas con ser la llave de Gobierno con Feijoo y Abascal. En las conversaciones de Alvise con este empresario le prometía que este dinero no sería controlado por el Tribunal de Cuentas y legislar a favor de sus negocios, influir en la Eurocámara para benefiarlo. Sin embargo, el empresario de criptomonedas le salió rana y ha entregado a la fiscalía capturas de pantalla y audios donde desnudan los tejemanejes «de la fiesta» que se ha montado Alvise para dar barra libre a sus compinches. Los suyos afirman que no es dinero público como el que «el gobierno nos roba a los ciudadanos». Tal vez crean que su héroe pretende acabar con la corrupción desde dentro, como un topo infiltrado en una gran organización que se va llenando los bolsillos a manos libres. A Alvise le iría mejor apodarse alpiste.