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Si les ha gustado este título el mérito no es mío, pues lo he tomado del ingeniero y escritor Juan Benet, que ya a principios de los años sesenta del siglo pasado, a fin de matar el tiempo, redactó el texto cómico Estructuras hidráulicas basadas en la fantasía en una taberna remota, mientras dirigía las obras para la construcción de una presa en el término municipal de Boñar, en León. Excelente título, desde luego. Lo que ocurre es que las fantasías han progresado mucho en todos los ámbitos, y si ya entonces se podían construir embalses basados en la fantasía anegando pueblos enteros, lo que obligaba a desenterrar a los muertos y trasladar el cementerio a otra parte, figúrense lo que se habrán perfeccionado las estrategias políticas fantasiosas. Acuérdense del Brexit, por ejemplo, un modelo de fantasía imperial británica que si fracasa es malo y si triunfa es peor. O de Macron, que abrumado por el éxito de su ultraderecha en unas elecciones europeas, convocó a su vez elecciones, y si bien el Frente Popular logró frenar a esa ultraderecha, ahora tienen un Gobierno más de derechas todavía. Ah, las fantasías políticas. La de cosas que se pueden hacer basándose en la irrealidad. A menudo se olvida la extraordinaria resistencia de las fantasías, que pueden permanecer en pie cuando toda la realidad se desmorona, y hasta reforzar presas hidráulicas. Nuestro Gobierno, sin ir más lejos, cuya estrategia basada en fantasías todavía les permite seguir gobernando, o algo vagamente parecido, en tanto la estrategia irreal, igualmente basada en fantasías, de la oposición del PP, consiste en llevar 6 años asegurando que el Gobierno está acabado y se desintegrará mañana. Que no ocurra carece de importancia. Las estrategias fantasiosas de Junts, ganen o pierdan, parecen indestructibles. Como las de Trump haciendo a América grande otra vez. Y qué decir de la las matanzas basadas en la fantasía de Israel. Mandan muchísimo, las fantasías. Lo invaden todo, con preferencia por los círculos del poder político y económico. Y tecnológico, ahora que caigo. Los castillos en el aire se sostienen mejor que en el suelo. Y de nada sirve advertirlo, pues aún si quienes basan su estrategia en una fantasía se convenciesen de ello, la cambiarían rápidamente por otra similar. Fantástico, sí.