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Los informes policiales han desvelado detalles tan íntimos como que el asesor del exministro Ábalos se dirigía a Francina Armengol, nuestra ex, como «cariño» en sus comunicaciones epistolares. No me negará la morbosidad del tema puesto que, pocas veces, podemos acceder a la mensajería íntima entre tan altas instancias. Es de aplaudir el tono amigable y tierno con el que, en ocasiones, se relacionan nuestros políticos. El amor siempre ha estado presente en las filas socialistas, sino de qué el rojo capullo en su histórico logotipo. Ya sabemos a qué olían las mascarillas: a rosas, querido lector. Pero más allá de la anécdota, y que la jefa le pasara a Koldo el contacto de la consellera de Sanitat, de momento, nada incrimina a Armengol. Hay temas tan delicados que merecen pruebas más sólidas y contundentes, a pesar de que nos hemos tirado años viendo cómo la Fiscalía, con mucho menos, montaba un pollo de tres pares de narices que, en el peor de los casos, se llevó a más de uno por delante. La cosa está fea y el compadreo y el tono cariñoso, en nada ayudan a la hora de despejar dudas. Los populares ya han montado la fiesta, pero todavía es demasiado pronto. El tema de las mascarillas no huele a rosas, precisamente, pero no es suficiente. Solo el tiempo pone a cada uno en su sitio, eso sirve para la política y para muchas cosas más. También los temas personales y profesionales.