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Las cartas hay que contestarlas, cualquiera que sea su contenido. Una carta de un jefe de Estado a otro jefe de Estado tiene que ser contestada. Otra cosa es lo que se diga en la respuesta.

No contestar la carta del presidente de México al rey Felipe fue una grosería con independencia de que el contenido fuese una estupidez sin sentido. Pero con una respuesta en su momento nos hubiésemos ahorrado el bochornoso espectáculo, contrario a todos los usos de la diplomacia, de que no se invitase al Rey, es decir, al jefe del Estado español a la toma de posesión de la nueva presidenta.

La satisfacción de los conmilitones de Sánchez ante el feo al Rey por ser Rey oculta la supina ignorancia sobre la figura del jefe del Estado. Yerran cuando separan el país (España) de la figura constitucional de su jefe de Estado. No tengo duda. Lo mismo hubiese ocurrido si España fuese una república y si tuviésemos un presidente. Claro está que si el propio presidente del Gobierno no se muestra rotundo en la defensa del jefe del Estado español ¿cómo van a ser entusiastas sus heterogéneos camaradas de Gobierno?

Llama la atención esta reciente tendencia a considerar que el pasado lejano fue ruin, racista, genocida, etc. Todos los países han conocido en algún momento un mestizaje ya sea por migraciones masivas, por conquistas o por guerras. No hay ningún país en el mundo que no haya sido producto de una invasión, de una conquista o de una ocupación casi siempre a cargo de un imperio.

Es ridículo pedir que se excusen las autoridades de hoy por lo ocurrido hace más de 400 años. Lo que ocurrió antes de la Ilustración y de la Revolución Francesa no puede juzgarse con las categorías y los valores que alumbraron estas grandes experiencias de la humanidad. Otra cosa muy distinta son las barbaries del siglo XX donde las actuaciones salvajes ya no podían tener justificación alguna. Es la existencia de los derechos del hombre frente al absolutismo del Antiguo Régimen lo que moviliza las conciencias.

Nada semejante al nazismo o al comunismo soviético de Stalin tuvo lugar en la América española. Hubo abusos como en todas partes, pero no aniquiló razas o etnias. En México, en el momento de la independencia en 1821, había un 70 % de población indígena. En el año 2022 la población indígena representaba el 19,4 % del total. ¿Qué tendrá que ver Hernán Cortés con estas cifras?

No hay ningún país latinoamericano entre los 60 de menor índice de desarrollo humano. Esos puestos están reservados a las excolonias británicas y francesas. ¿Por qué será?

Con un simple acuse de recibo nos hubiésemos evitado muchas tonterías.