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Mi memoria no llega ni al 20% de la que tenía a los 20 años, que ya no era lo que fue a los 14, de manera que si ahora tuviese que hacer el bachillerato de aquel tiempo, que era muy memorístico, suspendería todas las asignaturas. No sabría nada, como los estudiantes del presente, que al haberse erradicado de los planes docentes la memorización, hasta tienen dificultades de lectura. Difícilmente habría conseguido ser un competente perito agrónomo, con la cantidad de plagas, tratamientos y variedades de viñedo que había que aprender. Pero bueno, es igual. Achaques de la edad. Me alegro de haber perdido la memoria, porque así ya no me invento recuerdos, esa actividad a la que todos somos tan aficionados. Lo que me permite utilizar mí ya menguante inventiva para cosas más útiles y gratificantes. Urdir pretextos, construir excéntricas teorías, eludir a capullos y piradas, ponerme a buen recaudo, divagar, salvar el pellejo, etc. Y de rebote, al no añadir más recuerdos falsos, también gano espacio en el cerebro, que de ser una abigarrada tienda de complementos y objetos de regalo, pasa a ventosa ermita románica.

Que corra el aire, que corra. Todo son ventajas. ¿Lo achacoso como ventaja evolutiva? Por ahí, por ahí. ¿Y si la desmemoria se agrava? Pues no sé, no he consultado a ningún psicólogo. No recuerdo ahora si ya les he contado lo poco que simpatizo con los psicólogos, menos todavía que con los sociólogos y los psicopedagogos, que vienen a ser lo mismo. Ya puestos, prefiero a los parasicólogos, una disciplina académica. Son más científicos. Van directos al grano misterioso y paranormal, no se andan por las ramas, parecen más lanzados. Y según una excéntrica teoría que acabo de urdir sobre la marcha, toda la psicología debería ser ya parasicología, Otro gallo nos cantaría. Pero hablábamos de los achaques de la edad. Los llevo bien, normal. No de maravilla, no son algo para tirar cohetes, pero digamos que los manejo con solvencia. Ciertamente, se requiere bastante audacia para decir esto, pero la audacia es una de las pocas cosas que mejoran con los años. Porque total, ya, qué puedes perder. Seguramente los achaques tienen más ventajas, pero se me han olvidado.