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En una cafetería y en una heladería del centro de Palma, situadas ambas a muy poca distancia, hay sendas reproducciones de uno de los cuadros más conocidos y fascinantes del gran pintor norteamericano Edward Hopper. Se trata del lienzo ‘Nighthawks’, denominado en castellano ‘Los halcones de la noche’ o también a veces ‘Noctámbulos’, que fue pintado en 1942. En dicha obra aparece el interior de una cafetería neoyorquina, seguramente en una hora ya muy próxima a la madrugada, en cuyo interior solo se encuentran en ese momento tres únicos clientes y un camarero. Ese diner existía realmente y se ubicaba en el corazón de Manhattan, pero por desgracia desapareció hace ya algún tiempo. Como suele ocurrir con la mayor parte de los trabajos de Hopper, el citado cuadro nos transmite un profundo sentimiento de melancolía y de soledad, y a la vez también de misterio y de desamparo. El poder de sugerencia y de evocación de esa pintura es tan alto, que es posible que en algunos casos sus actuales observadores nos sintamos plenamente identificados con alguna de las cuatro personas que aparecen en esa lámina. No sé si esa misma sensación deben de experimentarla también la mayor parte de palmesanos, pues últimamente parece que mis conciudadanos salen hoy más que nunca o que tienen más amistades y más seguidores que Miley Cyrus o que Justin Bieber juntos, tal como muestran en las redes sociales. Pero aun así, no sé bien por qué, a veces tengo la impresión de que casi todos nosotros podríamos ser los protagonistas de cualquier cuadro del maestro Edward Hopper.