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Cuando el 2 de septiembre de 1936 los prisioneros antifascistas desfilaron por la plaza de Sa Bassa de Manacor, había dos personas que desentonaban. Entre los 40 milicianos catalanes había dos paisanos mallorquines, Llorenç y Gaspar, que nada tenían que ver con todo aquello. Los habían encontrado con los demás en el café de Porto Cristo donde trabajaban y los metieron a todos en el mismo saco. Hasta ahora nadie sabía por qué los mataron. Una casualidad me ha permitido encontrar su último interrogatorio, el cual arroja algo de luz al suceso.

Como reveló en su día el historiador Antoni Tugores, el mayor de ellos se llamaba Llorenç Pascual Sureda. Tenía 55 años, estaba casado y tenía una hija: Francesca. Era propietario de uno de los principales restaurantes de Porto Cristo, el Café Can Noi, en primera línea del paseo. El día que comenzó todo, estaba trabajando de camarero con él su cuñado, Gaspar Rosselló Gelabert, de 44 años, casado y con dos hijos: Pere y Catalina. Según Llorenç Capellà, «era un hombre extremadamente amable y servicial».

Parece que su error fue no huir a tiempo. El 16 de agosto de 1936 se quedaron atrapados en medio de la batalla y decidieron esconderse en el cuartucho donde tiraban la basura del bar. Allí fueron descubiertos por los milicianos. No se sabe si a gusto o a disgusto, convivieron con ellos dos semanas hasta que se rindieron al enemigo. Por eso, el 2 de septiembre los paseaban como trofeos por Manacor y los fotografiaron ante sus supuestas «alhajas robadas». El oficial jefe ordenó interrogarlos antes de pasarlos por las armas.

Sobre Llorenç Pascual, escribieron lo siguiente: «Alias Noy. Propietario del café de este nombre. Tiene una hija casada con el guardia civil Pedro Fullana y es primo hermano de Rubí, maestro de ceremonias de la Generalidad de Cataluña. Militante del partido socialista hasta el 6 de octubre de 1934, dijo que después no perteneció a ningún partido. Le fueron ocupadas alhajas. Dijo que se las había regalado el jefe, que no sabe cómo se llama, pero que no era mallorquín y que hablaba castellano. Llevaba en sus bolsillos mucho tabaco que le dieron los rojos desembarcados».

En cuanto a su cuñado Gaspar Roselló, apuntaron: «Natural de Manacor. Cuñado del dueño del café ‘Can Noy’ (Porto Cristo) y mozo de este café. Pertenecía a la Casa del Pueblo. Al desembarcar se escondieron en un estercolero. Al salir, vieron que unos 40 rojos comían en su casa. Estos decían que habían venido engañados y procedían de Barcelona. Habían pasado por Mahón».

Los milicianos también declararon sobre ellos. Uno confirmó que los habían encontrado «escondidos en un estercolero». Sin embargo, otro los inculpó al afirmar que les habían dado «hospitalidad». Al final, según todas las fuentes, los 40 prisioneros fueron fusilados al alba en el cementerio de Son Coletes. Es muy posible que sus restos estén entre los recogidos por el Govern balear en los últimos años. Los forenses buscan a sus descendientes para cotejar el ADN.