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Millones de individuos llevan siempre encima una cámara de fotos en su teléfono, y lo fotografían todo para saber que existe, que está ahí. Todos son fotógrafos, paparazis de sí mismos. Jamás lo hubiera imaginado. Es frecuente descubrir que en un sitio falta algo, pasa mucho en las escenas del crimen («Aquí falta algo», dijo el detective), pero rara vez nos fijamos en las cosas asombrosas que nunca faltan. Quién se iba a figurar que la gente necesitaría fotografiar tanto, y que los teléfonos, que por lo que sé también son linternas, servirían para eso. A mí jamás se me habría ocurrido. Claro que tampoco habría pensado nunca en esos imanes para frigoríficos, o en cosas como el documento nacional de identidad (¡de identidad nacional!), o el tanga, feo y calculo que muy incómodo, pero de gran aceptación popular. Por supuesto, en la vida se me habrían ocurrido las redes sociales, negocio colosal cuyos trabajadores, sin coste alguno para la empresa, son a la vez los clientes. Proveedores y consumidores al mismo tiempo, el negocio perfecto. Increíble, pero a alguien se le ocurrió. ¿Es todo el mundo mucho más listo que yo? Desde luego, pero esa no es la cuestión. Eso da igual. El asunto es que partiendo del teléfono para fotografiar a mansalva, empecé a confeccionar una lista de cosas corrientes que a mí no se me habrían ocurrido jamás, y a media página, tras anotar el euríbor (tipo de interés interbancario) que hace crecer mágicamente las hipotecas y estrangula a la gente, me detuve por pérdida total de la autoestima. Son demasiadas, nunca se me ocurrió nada importante. Ni siquiera el tanga. No sé en qué mundo vivo, ignoro qué quiere la gente.    Eso también da igual, no necesito autoestima para nada. A veces echo en falta cosas, que o no existen o no están a mi alcance (herramientas específicas, procedimientos de huida, sueldos de hace quince años, una máquina del tiempo), y en cambio los auténticos logros del progreso, que a alguien se le han ocurrido, me dejan estupefacto. Eso sí que no me lo esperaba, farfullo. A lo mejor debería fotografiar algo, o pegar en el frigorífico varios imanes. Tareas inofensivas y sencillas, para ir acostumbrándome. No sé, cosas así.