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Ha causado impacto mundial el berrinche infantil, con pataleta y sofocón, del club Real Madrid al negarse a asistir a la gran gala del fútbol (el Balón de Oro), cuando ya tenían el avión a la puerta de casa y se enteraron de que no sería premiado el tal Vinicius, su candidato favorito. No es que ahora vayamos a hablar de fútbol, para nada, pero como el fútbol es el espejo del alma, y ese club el modelo en el que se inspira el nacionalismo madrileño muy en boga en la actualidad, esa rabieta madridista excede en valor político y simbólico a las que acostumbra coger a diario la señora Ayuso, presidenta de esa comunidad. Y por idéntica razón: Le han faltado el respeto. Los nacionalistas, y desde luego el Real Madrid, consideran una falta de respeto no ganar. Como Trump. Intolerable falta de respeto, y de ahí el gran sofocón con pataletas. Este trastorno infantil megalómano-exhibicionista también aqueja al señor Puigdemont, no porque los niños propensos al berrinche sean nacionalistas natos, sino porque el nacionalismo es una afección infantil que no se expresa con ideas, sino con berrinches. Lo vemos a diario en todas partes, y abundan cada vez más los partidos políticos que se dedican únicamente a eso, a reclamar faltas de respeto, pero hay que reconocer que el Real Madrid es el líder. Es más que un club, es una nación de límites imprecisos, pero con idioma propio. El idioma de los berrinches y las rabietas, lo que explica su cólera narcisista por no ganar el Balón de Oro. Aquí hay que destacar su obsesión con este premio y su parafernalia, que les interesa mucho más que el propio fútbol, más incluso que sus éxitos competitivos. Prefieren la fanfarria mediática a ganar campeonatos, y en eso se parecen a ciertos líderes políticos, que a su lado son aprendices. El madridismo sí que sabe escenificar berrinches, renunciando ostentosamente a otras distinciones (mejor equipo, mejor entrenador), que siendo importantes no son su obsesión. Qué falta de respeto. Pero en realidad no hablamos de fútbol, ni del Madrid, sino de berrinches, un fenómeno universal y digital de la actualidad. Según Unicef, hay que tener paciencia. Mantener la calma. Darle tiempo al jodido niño.