Los privilegiados pasajeros que pudieron escuchar al Quarteto de Cremona en directo en un vuelo entre Palma y Barcelona deberían sentirse unos privilegiados. Sorpresas como estas no pasan cada día. Pero sin ningún tipo de dudas lo que todos los pasajeros querríamos sería que la normalidad, el hastío, el aburrimiento, fuese la norma común de estos vuelos.
Que no pasase absolutamente nada excepcional, nunca, y que a cambio todos los vuelos desde Mallorca y hacia Mallorca salgan a la hora que toca, sin excepciones, sin retrasos. Puestos a pedir, que las compañías quiten alguna fila de sus vuelos para poder caber un poco mejor y que dejen de cobrarnos ilegalmente por el equipaje. En fin, que volar sea una experiencia normal y no una aventura. Últimamente parece que nada de todo esto es posible. Seamos aburridos por una vez: puntuales, limpios, sin sorpresas. Si nos apetece ya iremos al concierto.
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