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Hoy, primer martes después del primer lunes de noviembre, es por fin el puto día de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el mismo que ha mantenido al mundo expectante y en vilo desde hace quizá un año (aquí nos quejamos de la duración de nuestras campañas electorales) y, por tanto, el día en el que unos miles de votos en solo media docena de Estados de la América profunda y el llamado cinturón bíblico (Arizona, Nevada, Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania, Ohio y cosas así) decidirán el destino del planeta y sus atolondrados habitantes. Al menos, eso dicen los creadores de contenidos y expectativas. Putin y, sobre todo, Netanyahu esperan con ansiedad la victoria del delincuente Trump, que daría vía libre para el Gran Israel de los ultraortodoxos bíblicos (para la Gran Masacre), con nuevas fronteras y asentamientos de colonos en las playas de Gaza, cumpliendo así el sueño de que los palestinos se vayan, desaparezcan, nunca hayan existido. Mientras, Europa, según otros informadores, prepara quién sabe qué medidas de prevención por si acaso, por si gana otra vez el tipo que lideró la invasión del Capitolio. Con muertos, por cierto. ¿Y aun así es favorito? Quién sabe. En EEUU jamás hubo una mujer presidenta. En esos Estados profundos y bíblicos, pero decisivos gracias a un sistema electoral para americanos profundos, tal cosa les parece una locura insoportable. De momento y por si las moscas, la propaganda ya ha conseguido difundir la convicción de que Harris es tonta. ¿Por ser mujer? Por eso y por poco americana. A Trump no le hacen falta más argumentos. La tabarra mundial de las elecciones USA, que ni me acuerdo cuánto tiempo lleva condicionando y alterando las noticias del mundo, acabará de una vez. Hoy es el desenlace, sin descartar asombrosos giros de guion y raras intervenciones judiciales. Los optimistas aseguran que si de milagro ganase Kamala, no cambiarían las cosas ni en Israel ni en Ucrania, pero si ganase Trump empeorarían enormemente. Así que se decide entre lo malo y lo peor, elección que en EEUU siempre acaba como acaba. Pero al menos el mundo dejará de estar paralizado esperando al 5 de noviembre (a que esos pirados de Arizona y Ohio digan algo) porque ya es 5 de noviembre. El día del siglo. Que no cunda el pánico.