La nueva presidenta de México, que estudió física, sin química y escribió una tesis sobre la estufa de leña, no invitó a la monarquía hispánica a su toma de posesión; sí invitó a la mujer de Biden. Es decir, un país, EEUU, que cuando Nueva España era México (y volaba por sus criollos) se quedó por la jeta con la tercera parte del territorio mexicano, y que les levanta un muro, ese sí es bienvenido; pero España no es bien recibida en el país de su mestizaje que convirtió a la Ciudad de México, en el siglo XVIII, en la urbe más rica del mundo por no hablar de qué mandó al país, hoy de López Cobrador (sic, véase la serie de El Chapo) y su titeresca, a personajes tan denodados e ilustres como a nuestro Junípero Serra. Por si fuera poco, esta lideresa afirmó que algunas de las ruinas más portentosas del mundo azteca, por las que ya transitó Hernán Cortes, son de hace doscientos años. Algo pasa en ese maravilloso mundo mexicano para que unos fláuticos en el poder, sin cultura, ni subcultura, lo estén desvencijando, mientras el narcotráfico lo anega todo. ¡Ay, si levantara la cabeza Alfonso Reyes o Vasconcelos o Carlos Fuentes o Vicente Fernández o hasta la Virgen de Guadalupe! Y ¡que viva México!, pero el de verdad, el eterno, no este que se están mangurreando unos pendejos wokes. La globalización avanza, ya lo creo, en nuestro país y en su Méjico.
Pendejos wokes
Palma06/11/24 4:00
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