Para tapar esos casos inició una campaña contra los que teóricamente creaban ese fango: los periodistas de los «pseudomedios» -la mejor defensa, un buen ataque- porque informaban de las pesquisas judiciales de su entorno conyugal. Dijo que seguía adelante por las muestras de «apoyo, empatía y solidaridad» que había recibido. «Mucha parte de la ciudadanía ha decidido decir basta a esta maquinaria del fango», Sánchez dixit.
Meses después se ha encontrado con otro fango, este de verdad, derivado de otro tipo de gota, la fría, que ha colmado el vaso de la paciencia de los ciudadanos que se vieron afectados por la DANA.
Octubre ha sido un mal mes para el presidente español, que había visto como el escándalo sobre presunta corrupción de su mano derecha en su gobierno y en su partido, Ábalos, estaba acechándole, y su estrategia contra el juez que instruía el caso de su mujer, acusándolo de prevaricación, había fracasado.
Entonces apareció una DANA que golpeó con fuerza a una autonomía gobernada por el Partido Popular, donde se generaba un entorno propicio para imputarles la responsabilidad por la gestión que habían hecho de una alerta roja informada por la Aemet y avisada a la ciudadanía con un retraso significativo. El Gobierno central se puso de perfil, dejando sola a la comunidad. Sánchez olvidó el apoyo, la empatía y la solidaridad para luchar contra el ‘fango’; en cambio, debió ver un posible ‘nunca mais’ contra el PP. Además de esa «mejorable» gestión inicial de la DANA por parte del presidente Mazón, se unía a esa campaña, no haber seguido con la iniciativa del socialista Ximo Puig, creando una unidad de emergencia regional. El relato estaba servido.
Parece que también ha fracasado con esta estrategia. Días después de la catástrofe ha recibido el mensaje por parte de los vecinos, de Paiporta y alrededores, de estar cansados del fango: del generado por la gota fría; y del nacido de la gota caliente de la política. Antes de realizar la visita al epicentro de la tragedia, Sánchez se marcó un «si necesitan más recursos, que los pidan», intentando incrementar la sensación de responsabilidad de la tragedia sobre el presidente valenciano, mientras el número de víctimas mortales iba en aumento.
Sánchez no evaluó bien la indignación de los ciudadanos; nadie podía esperar que, en un país del primer mundo como España, después de varios días, hubiera vecinos que seguían estando abandonados a su suerte, mientras su ministra de Defensa, Robles, alardeaba por las televisiones y radios que había muchos militares dispuestos a ayudar.
Ante una emergencia como esta, a los afectados les importa poco los protocolos entre administraciones. Querían soluciones y explotaron este domingo contra la ‘fangoesfera’.
Descansen en paz las personas fallecidas. Amunt València.
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