De una simple acampada en Sol nació el movimiento del 15-M que aglutinó a personas, fuerzas, colectivos y asociaciones contra las políticas de PP y PSOE. Todas las fuerzas se unieron y tomaron las calles. El movimiento llegó a ocupar plazas emblemáticas en EEUU. Fueron años de esperanza y de ilusión. Tras décadas de adormecimiento social parecía resurgir una conciencia colectiva capaz de cambiarlo todo. El imparable crecimiento electoral de uno de aquellos movimientos, Podemos, hizo temblar las estructuras políticas, económicas y mediáticas de este país. Un año más tarde llegaron a Madrid las marchas de los mineros para recordarnos que todo aquello estaba muy bien pero que había que mantener viva la lucha de clases. Recién salidos de una de las peores recesiones vividas en este país debido a las políticas de recortes y al austericidio al que nos empujaron los países ricos del norte, aquel movimiento nos hizo creer a muchos que el cambio real era posible. Pero el riesgo era grande. En 2011 escribí un artículo en el que advertía de que si aquel movimiento fallaba, dejaría tocada a la izquierda durante, al menos, una generación.
De Titanics y Errejones
Palma07/11/24 4:00
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