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No sé quién me dijo que en esta vida hay que ser por encima de todo práctico y es algo que me he tomado al pie de la letra desde que tuve uso de razón. El otro día viendo un reportaje en la segunda cadena sobre animales salvajes me vino a la mente un ejercicio que nos ordenó una profesora cuando apenas sabíamos qué eran los animales más allá de los gatos y los perros. Nos preguntó que escribiéramos el animal que nos gustaría ser en caso de haber nacido en la selva, en el monte o en el océano. La mayoría de los compañeros que me rodeaban indicaron que querían ser un león, supongo que por eso de ser el jefe de la manada y el rey de la selva. Pensé que lo de ser rey era muy estresante y ser jefe no va conmigo así que escribí que quería ser un oso. La profesora alarmada por mi falta de criterio en relación al resto de alumnos me preguntó los motivos por los cuales había elegido ser un oso y le contesté que los osos duermen todo el invierno y esto tiene que estar muy bien. En invierno dormir y en verano vacaciones. Creo que después citó a mis padres a una tutoría, pero no estoy muy seguro. Si ahora tuviera que repetir el ejercicio igual me pediría ser un koala porque estos duermen el año entero y por encima de todo evitan los enfrentamientos y meterse en líos. Todo lo contrario que la mayoría de humanos que lo que buscan es una red social para poder opinar 24 horas de todo, incluso de lo que no saben, especialmente de lo que no saben, y meterse en discusiones que no conducen a nada. Yo opino poco y en mi cabeza prevalecen los asuntos de relevancia más bien limitada. He aprendido más de los koalas que de los influencers, que no sé muy bien qué son ni qué hacen, pero me temo que cuanto menos sepa, mejor. Mucho mejor.