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Hace cinco años, en las páginas de este periódico titulé esta columna «Aeropuerto Internacional Rafa Nadal». Por aquel entonces, reclamaba a las autoridades competentes -las locales, autonómicas y nacionales- la dedicación de nuestro aeropuerto a la figura de Rafa Nadal. Me consta que la idea tuvo bastante recorrido aunque, como suele pasar, no se hizo realidad. Quizás no era el momento. Quizás los gobernaban de entonces no estaban por la labor. Quizás, quizás. Cinco años después retomo la propuesta aprovechando la ocasión, convencido de que su retirada del tenis profesional es la mejor disculpa para pedir, sugerir, proponer a los políticos actuales y autoridades que nos ocupan, que hagan un merecido reconocimiento del deportista mallorquín más universal. A lo largo de estos días, los medios de comunicación locales, nacionales e internacionales han estado abriendo con la retirada del manacorí de las pistas de tenis. En Málaga recibió la ovación de los asistentes que fueron a ver en directo su despedida. El Trocadero galo de París se vistió de gala para hacer un homenaje público al tenista que más ensaladeras francesas guarda en su casa. Y yo me pregunto a qué está esperando el Govern, el Consell y demás instituciones públicas para brindar homenaje a quien durante más de dos décadas ha ido señalando por el mundo dónde está Manacor, dónde está Mallorca y dónde está España. A qué estamos esperando para que sea reconocido en su tierra como se merece. Lo de que nadie es profeta en su tierra en esta ocasión no tiene justificación. El título de Aeropuerto Rafa Nadal sería una magnífica oportunidad de devolver al manacorí lo que tanto nos ha dado. Ojalá no tenga que volver a escribir sobre esta cuestión. Pero si es necesario seguiré insistiendo. Como solemos decir por aquí: ¡Gracias por tanto, Rafa!