Aunque toda la vida la derecha clamó por la austeridad en el gasto público, el actual gobierno de Baleares vuelve a superar todos los récords en sus presupuestos, sin que sepa explicar para qué. A ver quién es el que llega a apreciar en qué se diferencia la derecha de la izquierda.
Pese a que siempre la derecha dijo que había que priorizar la creación de riqueza, el actual gobierno de Baleares también bate récords en gasto social. De alguna manera, cuando Sebastià Sagreras le pedía a la izquierda que retirara sus enmiendas a los presupuestos –antes de que Vox rompiera el tablero–, lo explicaba: la izquierda se opone, decía Sagreras, pese a que asumimos «sus banderas como la sanidad pública, la educación, la vivienda o los servicios sociales». O sea, «ingratos, hacemos lo que nos habéis enseñado y os oponéis». Una fotocopia los unos de los otros.
Titular en este periódico: ‘Los propietarios de mansiones y de casas con piscina pagarán más impuestos por el agua’. ¿Adivina qué partido ha tomado la decisión? El PP, pero podría haber sido cualquier otro, incluso Podemos.
¿Inmigración? Con motivo de la llegada de los primeros cinco mil inmigrantes en patera de este año, la presidenta dice a la prensa que quien tiene que pagar es Madrid, lo cual sugiere que la discrepancia es por la factura, no por la inmigración. Un detalle marginal para los clonados.
Definitivo: la ley de memoria histórica de Prohens es la de Armengol, que se queda como está. ¡Cómo le explicarán al conseller Lafuente o a Xavier Pericay que sus abuelos valen igual que los de izquierdas! No respetan el trabajo de estos dos diputados enmendando a Armengol. Cero diferencia, aquí ni siquiera en la letra pequeña.
Aunque toda la vida la derecha defendió el bilingüismo y las modalidades locales del catalán, habrán visto ahora que el gobierno conservador ha acabado con toda publicidad en castellano y, por supuesto, ya nadie se acuerda de las modalidades, contradiciendo la propia historia de su partido y confirmando que la izquierda tenía la razón. Imposible encontrar una diferencia.
Fue siempre la derecha la que criticó que Més y su gente controlen el sistema educativo con disciplina militar: todos pagamos, pero sólo ellos mandan, da igual que ganen o pierdan las elecciones. Que les pueda pasar lo que a Bauzà les hace tiritar de miedo. Ya no me acuerdo cuándo, la derecha defendía que lo que puede hacer el sector privado, que no lo haga el público. Hasta el Partido Comunista que gobernó Córdoba toda la vida, ha privatizado la recogida de basuras de ese municipio, pero aquí la derecha no quiere líos. Cero diferencias, pues.
Aunque toda la vida la derecha defendió que el tema de la vivienda era una cuestión de mercado –incluso hasta Miguel Boyer, como ministro socialista de Felipe González, también lo apoyó al acabar con los precios regulados–, ahora el gobierno de Baleares abre una oficina para subvencionar el alquiler y anuncia más vivienda pública. Ninguna diferencia, ni siquiera en la ejecución, igual de mala en ambos.
Izquierda y derecha tienen la misma postura respecto a limitar el crecimiento del turismo; la misma en defensa de la vivienda vacacional o la misma en favor del impuesto ecológico al turista. El PP viene de defender lo contrario, pero eso es historia, como celebraba en este periódico la secretaria de Turismo del PSOE. Ahora la diferencia se reduce a si el pago de la ecotasa se puede hacer o no con tarjeta de débito.
Aunque toda la vida la derecha votó en contra de todas las novedades de género y de igualdad que promovía la izquierda, hoy el gobierno de Baleares no sólo mantiene todas las normas sino que incluso aumenta los recursos económicos, demostrando que, de nuevo, la izquierda se había anticipado a su tiempo. El PP ya no discrepa. No era cuestión de principios sino de tiempo. Cero diferencias.
Hace años en muchos periódicos se publicaban dos viñetas tituladas ‘Las siete diferencias’. Había que hallar qué era diferente entre dos dibujos que se veían iguales. Yo me aficioné y aprendí a buscar en un minúsculo barco del horizonte si había tres o cuatro chimeneas o si la rueda del carro de caballos tenía un radio más o menos. Es lo que ocurre con el PP y el PSOE hoy: sólo los muy iniciados pueden encontrar alguna nimiedad que les distinga. A eso se reducen las diferencias. No muchas más de siete, por cierto.
Uno aprende algo nuevo cada día: yo jamás hubiera imaginado que en apenas veinte años los votantes de la derecha iban a acabar compartiendo cama con los socialistas. ¿O es al revés? Será que ya todos pensamos igual. Porque los chalados en esto no cuentan.
1 comentario
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¿Y quien nos dice que los del PP sean de derechas? ¿No serán más bien situacionistas centristas con un ojo puesto siempre en las encuestas?