Es lo más sorprendente que he leído en años. Ha sido en el libro Memorias, de Hans Jonas, quien en la página 370 cuenta el diálogo que mantuvo con Hannah Arendt. A ambas figuras se les reconoce mundialmente, en el ámbito intelectual y académico, un valor de primera magnitud. Lo transcribo literalmente:
«Un día Lore (esposa) y yo pasamos una velada con ella, también estaban Mary Carthy y una amiga suya que parecía vivamente interesada en mi persona y me desafió con la pregunta: «¿Cree usted en Dios?». Tan directamente nadie me lo había planteado. Primero la miré algo desconcertado, pero entonces lo medité y dije –para mi propia sorpresa–: «Sí, en definitiva, sí». Hannah se estremeció. Todavía recuerdo que casi me miró espantada. «¿De verdad?» Y contesté: «Sí. Más allá de lo que esto pueda significar, creo que la respuesta «sí» se ajusta más a la verdad que un «no». Después, a solas, con Hannah, volvimos a hablar de Dios, y ella me dijo: «Nunca he dudado de la existencia de un Dios personal». A lo que dije: «Pero Hannah, ¡nunca lo hubiera imaginado! Y ahora sí que no entiendo por qué te quedaste tan extrañada la otra noche». Y ella contestó: «Estaba conmovida por el hecho de escucharlo de tus labios, pues jamás lo habría creído». De manera que ambos nos habíamos sorprendido mutuamente con aquella confesión.
1 comentario
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... es cierto que se debería hablar más de dios... así más gente aún acabaría por darse cuenta de que no existe en realidad, sino que es un personaje de ficción, entrañable quizás, pero no deja de pertenecer al mundo onírico, de la fantasía... y no pasa nada, la vida sigue... pero seamos serios, es más divertido y más sensato también, hablar de realidades como política, fútbol o la pesca del salmonete...