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Si el PP no se hubiera equivocado en la votación de las 34 enmiendas de Vox a la Ley ómnibus de Simplificación Administrativa, los seis diputados que quedan en su Grupo Parlamentario, dos menos que cuando comenzó la legislatura, hubieran dado por bueno que los ‘populares’ tumbasen sus propuestas según estaba previsto; y no hubiera pasado nada. Habrían seguido negociando los últimos detalles de los presupuestos del Govern para 2025, cuyas enmiendas a la totalidad habían rechazado, dándolos por buenos. Seguirían siendo, pese a mostrarse radicales, inestables y volátiles, el socio preferente del PP y gozando del respeto y la consideración del Govern de Marga Prohens, que aún hoy se cuida mucho de criticarlos como merecen, aunque sólo sea en respuesta a sus exageradas e histriónicas acusaciones, tan del estilo de la ultraderecha. Todo el mundo es comunista, catalanista, secesionista, traidor y enemigo de España, excepto ellos. Ni el PP se salva, excepto si se trata de las instituciones donde Vox gobierna con los ‘populares’. En ese caso, van de la mano y se muestran amigables, respetuosos y conciliadores. Allí donde hay nóminas en juego, Vox nunca ve traición y el PP le parece el mejor aliado; el único posible, mejor dicho.

Donde la dirección nacional de Vox no mete la zarpa, utilizando a sus cargos electos para presionar al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, no hay problemas. Vean el Consell de Mallorca o los ayuntamientos de Palma, Calvià o Marratxí, entre otros. Los ‘populares’ allí no son traidores, ni mienten o engañan, ni son catalanistas ni separatistas ni están sometidos a las órdenes del ‘criminal’ presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Donde hay políticos de Vox cobrando, todo es paz y armonía. De ahí que el Govern sea ahora el objetivo a batir e incluso se atrevan a hablar abiertamente de elecciones anticipadas, lo que da idea de su irresponsabilidad y de su delirio. No hace ni dos semanas se mostraban felices y contentos de su noviazgo con el PP de Prohens. Pero ahora, tras recibir las órdenes correspondientes de Santiago Abascal de no negociar los presupuestos, al igual que el resto de comunidades donde el PP no tiene mayoría, los seis diputados de Vox cambian de opinión y no quieren ni hablar con el Ejecutivo. ¿Qué ha ganado Vox en esta operación política de torpedeo al Govern? Nada. Ahora son uno más.