Después de escribir el título de este artículo cogí el diccionario; VOX casualmente, para cerciorarme de la adecuación del verbo aprisionar en el contexto de este escrito. Constatando que el título, como pensaba, significaba lo que quería expresar: encarcelados, apresados, encerrados, recluidos, retenidos; que es lo que les ocurre o la situación en que se encuentra cierto número de personas consigo mismas; que viven en una cárcel virtual, imaginaria, de papel si se quiere, pero sin duda cárcel. Donde se encuentran atrapados por prejuicios y donde están comprometidos con los dogmas que cuando es preciso sumar voluntades responden como un solo hombre.
Lo más increíble de hoy, ayer y anteayer. Todo pudo ser en lo que a pecado o transgresión moral civil se refiere. Hoy, digo, se llama desinformación o bulo a la información falsa difundida para influir perversa e intencionalmente sobre alguna cuestión que afecte especialmente al gobierno. Hoy medida de todas las cosas, fiel de todas las balanzas, criterio de verdad y ética. Su antecedente histórico es el «Índice de libros prohibidos por el Vaticano» que sobrevivió entre los concilios de Trento (1551) y Vaticano II (1966). Era una ley eclesiástica que prohibía la lectura de determinados autores, calificados de heréticos o gravemente peligrosos para la fe católica, salvo para los clérigos, que debían saber lo que decían y pensaban sus adversarios y enemigos. Era una instrucción y un mandato a los fieles, para que no erraran y se emponzoñaran de ideas falsas y contrarias a los dogmas y no bebieran de ninguna fuente contaminada por error, so pena de excomunión y expulsión del cuerpo místico de JC. Donde se reparten los parabienes entre los fieles.
Los mayores del lugar, o los lugares, en su momento aprendimos a leer y escribir entre líneas. Eran otros tiempos, pero «mutatis mutandis» pueden volver. Es más, algunos dicen que ya puede verse cómo se acercan los emisarios. Que ya se encuentran casi aquí mismo. Algunos dicen que la fruta ya está madura. Otros, sin embargo, piensan que el descreimiento tiene remedio, aunque no expresen en que se basa. Están, ya lo he dicho, aprisionados, ¡quién sabe por qué o por quién! Puede ser desde por una historia mal contada hasta por un «modus vivendi». Por cuya razón son tantos todavía los que siguen sin cuestionar al que manda, que siempre hace lo que hace, según dice, por nuestro bien, claro… Ahora nos toca, pues, aplaudirle. Si nuevamente lo hacemos estamos perdidos irremediablemente.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.