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La huella cultural histórica de los argentinos en Mallorca es relevante, empezando por los estupendos pintores que en torno a Anglada Camarasa estuvieron por Pollença a principios del siglo XX, o la del magnate (Dielh) a quien se le ocurrió la entonces locura de construir el hotel Formentor o de escritores como Ricardo Güiraldes (1920), autor de Don Segundo Sombra, libro capital de la literatura hispanoamericana, o Ricardo Pochtar que vivió unos años en Lloret y tradujo varios libros de Umberto Eco y de Leonardo Sciascia, por no hablar de Cortázar que pasó una temporada en Deià, o Jorge Luis Borges que estuvo varias veces entre nosotros, vivió de adolescente en Valldemossa y en una de sus visitas isleñas estuvo con Robert Graves en su casa de Deià. Sobre este tema, y algunas conexiones literarias de estos dos grandes escritores a los que se les negó el Nobel, ha escrito recientemente un artículo muy interesante Adrien Le Bihan en el número 54 de la revista Sigila.

Argentina es un país que a mi me gusta mucho, sobre todo si te pierdes por su enormidad. Recuerdo que hace unos años, en los Burger King de allí se leía la siguiente publicidad: ‘Burger King, vas a sentir que robaste’; o sea, mensaje: las hamburguesas de esa franquicia resultan tan baratas que te vas con la sensación de que te las has tomado gratis o las has mangado: forma muy gratificante de irte de un sitio más contento. Por otra parte, en una tienda de fontanería del centro bonaerense pusieron en el escaparate ‘Vendemos al mayoreo, al menudeo y al manoseo’. Por el norte argentino, San Luis, en la pancarta de una iglesia protestante se advierte: ‘Dios es más grande que tus problemas’. Ya en Mendoza, en la avenida San Martín, hay un taller mecánico en el que despachan ‘repuestos legítimos’, aunque más gracioso resulta el taller de un señor que arregla ropa en San Luis y que, según se anuncia, está especializado en hacer ‘zurcidos invisibles’.

Sigamos viajando por Hispanoamérica. ‘Bienvenidos a El Salvador’ leemos en un cartelón que anima a cruzar la frontera-calleja de El Amatillo. El Salvador, El Pulgarcito de América, también llamado País de la Sonrisa, donde viven trucos y gatos. Merodeamos por un tenderete junto a la catedral metropolitana de San Salvador cuyo lema es: ‘Vive tu vida a como dé lugar y deja de criticar’. En la farmacia Génesis, al lado del centro comercial Juan Pablo II, un papel colgado indica que la farmacia le ofrece un ‘gran surtido de medicinas frescas’ con un descuento del 10 %. Por El Salvador beberán jugos o licuados en una sorbetería; degustarán comida casera o pupusas en una pupusería; las pinturas se adquieren en una pinturería (…) el gentío equivale a la populachería; sin embargo, las casas de lenocinio se convierten en casas de tolerancia. Un local capitalino dedicado a Hacer Transportes mostraba este ramillete de inscripciones: «Si quieres vivir feliz / Vive sin amo / El hombre es víctima de sus primeros pasos». En un local de por allí son muy educados, exquisitos, con los amigos de lo ajeno: «Sr. ladrón, no intente robarnos».