Coincidiendo con la festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas y comunicadores, el Sindicat de Periodistes de les Illes Balears rompió el largo silencio en el que, desde hace meses, permanece aletargado, indolente e inactivo.
«Si nadie pone remedio, el SPIB está condenado a morir en los próximos meses», afirma, con dolor, la comisión gestora en un escrito a los afiliados que aún resisten en esta entidad creada hace 25 años tras un movido proceso asambleario.
Aquel SPIB que nació tan lozano y con ganas de romper muchas lanzas a favor de la profesión pereció, por inanición y desidia, hace meses. Hay que remontarnos a octubre de 2023 para hallar, en su página web, el anterior contenido a esta carta que constituye la crónica de un naufragio anunciado. Y en Facebook, el último post se remonta a mayo de 2022. Ha transcurrido más de un año desde que se acordó, en un congreso al que no acudió ningún afiliado -¿qué validez y autoridad moral tuvieron las decisiones que se aprobaron?- poner las riendas del sindicato en manos de una gestora provisional.
Pero el tiempo que no se para y la tozuda realidad ponen las cosas en su sitio. Durante estos más de catorce meses la respuesta de los afiliados ha sido la afasia y el desdén.
Nadie quiere hacerse cargo ni participar en la dirección del SPIB. Desmoralizados, los integrantes de la gestora, que carecen de presente y ánimo de futuro, preparan un congreso en el que, si no se presenta ninguna candidatura, se votará la propuesta de disolución. Alfa y omega. Principio y fin del SPIB.
¿Por qué nadie desea responsabilizarse de la gestión del Sindicat de Periodistes de Balears? Es una pregunta que interpela a los profesionales de las Islas y que demanda muchas respuestas. Pero nadie contesta. Asistimos a la última oportunidad para resucitar al SPIB. Ya no habrá nuevas oportunidades.
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