Para aproximarse mínimamente a la situación geopolítica actual, hay que establecer inicialmente una serie de contextos. Al término de la Segunda Guerra Mundial, se conforman dos grandes bloques. Por un lado, EEUU con todos sus aliados y la antigua U.R.S.S. con otras naciones de influencia. A raíz de ello, se inicia la conocida «guerra fría» entre las dos superpotencias, Rusia y EEUU, creándose la OTAN por un lado y, para contrarrestarla, el Pacto de Varsovia. Europa inició su reconstrucción a través del Plan Marshall americano, al tiempo que constituye virtualmente, con sus bases y su Ejército, la defensa de Europa.
La caída del Muro de Berlín supuso el fin de la Guerra Fría, la división de Europa entre el bloque comunista y el capitalista, con la desintegración de la URSS marcando el inicio de un nuevo orden mundial y el fin de una era de divisiones en Europa. Realizar un análisis geopolítico en tan breve espacio resulta controvertido, pues los cambios producidos en todos estos años han sido altamente importantes y significativos. Rusia emplea casi todo su esfuerzo en revitalizar su economía, sin descuidar su potencial armamentístico, buscando alianzas de todo tipo y, de ahí, en el 2006 nacen los Brics (Brasil, Rusia, China y, más tarde, Sudáfrica). El objetivo del bloque es ampliar la cooperación multilateral y hacer frente al orden mundial dominado por Estados Unidos y sus aliados occidentales.
Sin embargo, de ellos, es China la que crece enormemente, tanto en el ámbito económico como militar, amenazando la hegemonía de EEUU y constituyéndose como su «enemigo» principal. El rotundo apoyo de EEUU a la china disidente, Taiwán, es el principal foco de conflicto entre estos colosos. Posiblemente, en los últimos años se estaban poniendo los cimientos a un nuevo orden mundial; sin embargo, la llegada de Trump a la Casa Blanca, por segunda vez, ha acelerado el proceso y se vislumbra una nueva estrategia ante esa amenaza y otras como Irán, enemigo acérrimo también de EEUU, y ahí aparece Europa, que militarmente ha hecho lo justo, confiando siempre en el «primo de zumosol» americano. Las demandas de Trump de que sus socios europeos aumentaran considerablemente el gasto en defensa ya lo fueron en su primer mandato, pero fue en vano. Ahora solo Polonia y los Países Bálticos lo han hecho ante la guerra de Ucrania y ante la clara amenaza rusa. No obstante, bajo mi punto de vista, lo que más ha generado Trump ha sido una gran incertidumbre en los derroteros del devenir de los acontecimientos próximos futuros.
El desencuentro entre Trump y Zelenski, ahora tratando de encauzarlo este último, da para muchas lecturas. Hay dudas de si Trump quiere más terminar con la guerra que aproximarse a Putin, el cual dudó mucho que quiera detenerse. Trump cierra el cauce de la inteligencia militar que permitía a Ucrania conocer los movimientos y otras circunstancias del ejército ruso y también el flujo de armas, y fuerza a Zelenski a aceptar una tregua en la guerra que Putin mira con recelo, sino con otras intenciones más perversas. Es evidente que no se puede pedir a EE.UU. que dé dólares y armamento a Ucrania a cambio de nada, aunque lo lógico hubiera sido pensar que le interesaba hacer daño a su «tradicional» enemigo ruso, pero puede suponerse que su verdadera estrategia aún está por descubrirse. No obstante, hay que significar que lo que está dispuesto Trump a romper es todo lo que hubiera hecho la administración Biden, a la que odia sin límites, tratando de vengarse de todo lo que le ha hecho a nivel personal.
Esto se ha dejado patente en una comparecencia pasada de Trump en el Congreso, donde la tensión y el enfrentamiento con la oposición demócrata han sido meridianos. No se entiende por el momento la aproximación de Trump a Rusia cuando precisamente es China su socio preferente, tanto en lo comercial, tecnológico y armamentístico. Muchas incertidumbres, porque el hueco de EE. UU. ha forzado a la Unión Europea a despertar militarmente, viendo que su gran socio americano quiere abandonarles y ya se han dado señales en aquel sentido. Así, el Reino Unido, Alemania y también España han mostrado su total apoyo a Ucrania, y Macron ha reunido a los jefes militares europeos para dejar claro que Rusia es la amenaza y que debe formar un sólido bloque para su defensa sin contar con EE.UU., por sus amenazas y ante la incertidumbre de sus futuras acciones, materializando de forma rápida y contundente el aumento en defensa lo máximo que sea posible, con un liderazgo claro en la certeza de que estamos ante una nueva geopolítica, un nuevo orden mundial inestable, de múltiples amenazas y consecuencias imprevisibles, conformadas por diversos bloques, algunos mencionados, otros como el permanente terrorismo islámico, etc., que arroja un panorama de evidente y peligrosa inestabilidad, y, sobre todo, huir, hacer caso omiso al mensaje que en España se está dando por parte de la izquierda y de otros sectores del pacifismo mal entendido, del buenismo, como si este «baile» no fuera con nosotras, en un contexto mundial sin precedentes, y hacer realidad la conocida frase del escritor romano Vegecio: «si quieres paz, prepárate para la guerra».
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