Joan Martorell
Joan Martorell

Periodista

No lo tiene fácil el Govern

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Tiene tantas posibilidades Marga Prohens de sacar adelante sus medidas contra la saturación turística como Pedro Sánchez de contar con el apoyo de sus aliados para incrementar el gasto militar comprometido con Bruselas, después de que Vox se haya echado definitivamente al monte, donde se ha encontrado precisamente con el Partido de Sánchez, y sea una organización política perdida para el sentido común. Aún y así la presidenta del Govern insiste en seguir mirando de reojo a la extrema derecha por si en algún momento da un nuevo bandazo y apoya alguna de sus propuestas. Resultaría muy esclarecedor que de una vez por todas el PP dejara de contemporizar con los ultras y, fijado el rumbo de la centralidad, buscara nuevos apoyos para mantener viva la legislatura en Balears. De no haberlos, Prohens tiene a mano el último recurso y que todos se retraten, a ver qué pasa. Porque lo cierto es que, conociendo la sumisión disciplinada de la delegación balear de Vox a los designios de Santiago Abascal, poco hay que esperar después de que sus alianzas internacionales –con el húngaro Orbán, la voz del amo Putin, y los neonazis alemanes, además del entusiasmo con Trump–, hayan cerrado la puerta a cualquier entendimiento de la derecha; también Feijóo debería dejar de cavilar sobre Vox y decantarse sin sombras de duda por un modelo liberal radicalmente opuesto a la internacional autoritaria de la extrema derecha.

En el Parlament es un hábito perverso el de priorizar la pulla contra el adversario a las resoluciones de interés general, se persigue únicamente la humillación del que está enfrente. Así se entiende la votación conjunta de Vox y los sanchistas para condicionar el desarrollo de los presupuestos prorrogados del Govern y recortar 400 millones con un claro perjuicio para inversiones en vivienda, transporte e infraestructuras, y dejar en el aire los acuerdos de reparto de la ecotasa, otros 300 millones. Aparte, el cinismo de la izquierda: agota los calificativos para desacreditar cualquier acuerdo Vox-PP; pero ya no valen si la alianza es entre la extrema derecha y el sanchismo insular. Ver para creer.

Con el fin de paliar los efectos de la saturación de turistas, el Govern propone, entre otras, la modificación al alza de la ecotasa, gravar los vehículos turísticos y algunas acciones contra el alquiler turístico que, aunque modestas, son un avance en comparación con la parálisis conocida. Sin embargo, parecen tener poco futuro. Los ultras las califican de «traición» al sector hotelero que, una vez más, se ha lanzado en tromba contra el alquiler turístico, con el objetivo renovado de monopolizar los beneficios del turismo. El presidente de los hoteleros de Mallorca niega que haya congestión, excepto en algunas zonas, recuperando así el discurso de aquel comprensivo Iago Negueruela cuando era conseller de Turismo –no han transcurrido ni dos años– y consideraba la saturación turística como una simple percepción. Ahora, desde la oposición, exige más y más a Prohens. A todo esto hay que reseñar la ofensiva de la izquierda política y social contra la ley de simplificación administrativa, una de las decisiones estrella de Prohens, recurrida ante el Tribunal Constitucional de Conde Pumpido. No lo tiene fácil el PP.