Luis Berbiela
Luis Berbiela

Vicedecano del Colegio de Ingenieros de Montes de las Islas Baleares

Producto forestal. ¿Producto local?

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El otro día de payés, una periodista preguntó a Marc Castellnou, jefe de los GRAF (Grup de Recolzament d’Actuacions Forestals de Bombers de Catalunya, especializados en gestión de incendios forestales) sobre «¿qué podían hacer los ciudadanos para prevenir incendios forestales?» y este experto mundial, ingeniero de montes, le contestó con una sorprendente pregunta: «¿Hace cuanto que no compras en tu carnicería alguna pieza de cordero criado en el monte?».

Posteriormente, le explicó su respuesta: somos responsables de nuestros hábitos de consumo y cada vez que demandamos producto local, contribuimos decisivamente a mantener aquellos paisajes tradicionales, estructurados en mosaico, que antaño fueron más valiosos, más diversos y mucho más resistentes al paso del fuego.

Precisamente, reconocer el valor ambiental y social de los terrenos forestales y de sus recursos, fue el objetivo de la Asamblea General de las Naciones Unidas al proclamar el 21 de marzo como Día Internacional de los Bosques (#ForestDay). En 2025, desde la FAO (Food and Agriculture Organization), nos proponen resaltar el papel fundamental que desempeñan todos los bosques del mundo para la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de vida de millones de seres humanos. (https://www.fao.org/international-day-of-forests-2025/es)

También, en todo el ámbito Mediterráneo y, singularmente, en las islas Baleares, nuestros encinares, pinares, sabinares y garrigas no han dejado de proporcionar, a las sucesivas culturas que las han habitado, unos inestimables recursos naturales que de las más variadas formas (maderas, leñas, carbones, breas, medicinas, …) y para los más diversos usos (ganaderos, energéticos, edificación, mobiliario, astilleros, …) han acompañado a su desarrollo y supervivencia.

En estas últimas décadas, hemos asistido a una profunda transformación social, económica y ambiental en estas islas; la generalización del uso energético del gas y de la electricidad y el desarrollo de la intensa actividad turística, ha sido acompañada de un progresivo abandono de cientos de hectáreas de cultivos marginales y de una pérdida de los tradicionales aprovechamientos forestales, distanciando a las nuevas generaciones del entorno agroforestal del inmenso acervo cultural que atesora.

Contra lo que se pueda pensar, tenemos en todas las islas más árboles forestales que en cualquier etapa previa de nuestra historia y también tenemos actualmente mucha más superficie de bosques que hace medio siglo. Pero, estos bosques derivan de unos paisajes culturales que necesitan protegerse activamente frente a retos como la desertificación, los fenómenos meteorológicos extremos y los incendios forestales.

La forma de conservar los bosques insulares no es su abandono, es invertir en volver a utilizarlos para renovar viviendas, fabricar muebles, calentar hogares, mantener rebaños y consumir sus alimentos. Nos toca volver a poner en valor en cada isla sus maderas, leñas, astillas, ganados y demás recursos silvestres (espárragos, setas, esencias, …), para defender su biodiversidad, los servicios que nos prestan (recarga de acuíferos, protección de suelos, laminación de avenidas, captura de carbono, …) y para mantener unos paisajes excepcionales que refuerzan su singular atractivo turístico.

Pero, lo que sobre todo, y día tras día, nos ofrecen los bosques es bienestar, salud y calidad de vida a todos los ciudadanos. Hay que gestionarlos para poder conservarlos.
Actuar para proteger los bosques de las islas; consumir producto local, consumir producto forestal.