Latorre estructuró su intervención en seis partes: historia de las máquinas, un siglo cuántico e inteligente, inteligencia artificial omnipresente, problemas éticos, supremacía cuántica y la singularidad en la evolución de la especie humana por el progreso tecnológico y los cambios de vida. El acto fue presentado por Josep Vicens, presidente del Cercle d’Economia de Mallorca, quien se refirió a Latorre como un «sapiens sapiens, sabio entre los sabios, una persona especial y sobresaliente».
El catedrático arrancó explicando que «las máquinas ya nos superan en fuerza física y en capacidad de cálculo y de estimaciones de órdenes de magnitud. La complicación aparece cuando también hemos delegado en las máquinas la capacidad de decisión y entonces surgen conflictos éticos». Para Latorre, «estos conflictos no se van a solucionar parando el progreso tecnológico. Es imparable y si podemos hacer la bomba atómica, la hacemos. Otra cuestión es que decidamos no utilizarla».
El físico señaló que «la inteligencia artificial está generando toda clase de contenidos, emociones y puede prestarnos todo tipo de prestaciones, asesorías y asistencias personales, incluidas educativas, médicas y judiciales. Sólo en asistencia médica puede procesar millones de casos y miles de tratamientos con una casuística detallada y manejando datos dispares. En una asistencia judicial, puede almacenar toda la jurisprudencia completa y manejarla con la mayor rapidez y con ausencia de sesgos».
Latorre explicó que «en estas asistencias se han producido errores y siempre se pone el ejemplo del coche autónomo ante dos opciones de un atropello inevitable: ¿atropella a un joven o a una persona mayor? ¿Y si la persona mayor tiene una conducta ejemplar y el joven es un peligroso asesino que la inteligencia artificial del coche podría reconocer? Nadie imaginó que habría máquinas en las que delegaríamos decisiones. E incluso se puede plantear que sea la inteligencia artificial la que decida lo ético».
Llegados a este punto, Latorre planteó «los problemas que están apareciendo con los datos: violación de la privacidad, mal uso de los datos personales o tratamiento de éstos con sesgo comercial. Me preocupa especialmente que los niños sean objetivo de estas malas prácticas.
Los niños deben ser educados y protegidos. Redes sociales como Instagram o Facebook recibirán ataques y denuncias por su incidencia negativa en los jóvenes. Y se están preparando para cuando lleguen esas denuncias.
Otra cuestión es la sustitución de trabajadores por máquinas y el envejecimiento de la población. Entonces, ¿quién pagará las pensiones? Incluso las máquinas pueden aparecer como agentes morales, con sus propios derechos».
Directriz europea
El catedrático expresó su confianza en la nueva directriz europea para la inteligencia artificial, con una serie de principios éticos como la supervisión humana, el respeto a la privacidad, la transparencia y la diversidad. Este primer paso es importante para Latorre, «pues se puede producir una explosión de inteligencia de las máquinas y dejar rezagada la inteligencia humana».
El físico destacó que «todo es programable. Podemos introducir emociones e intuiciones en una red neuronal. Por ello defiendo una inteligencia artificial amable. Lo más impresionante de los seres humanos es su capacidad ética y debemos transmitirla a la inteligencia artificial».
Finalmente, Latorre indicó que «nos encontramos en una fase de programación, sin supervisión. Los parlamentos tienen que asumir su responsabilidad, pero creo que en este siglo XXI se impondrá una corrección ética para la inteligencia artificial general, y llegará desde el sector público y supranacional. No será fácil, pero debemos ir en la misma dirección que la Carta de Derechos Humanos, porque esa corrección ética no podemos dejarla en manos de las corporaciones privadas».