Joan Carles March es profesor en la Escuela Andaluza de Salud Pública y médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. | R.L.

Joan Carles March (Pollença, 1960), profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, presentará, el próximo 14 de septiembre en el Aljub del Museu de Es Baluard, la conferencia Dels neandertals a la COVID-19: evolució del genoma humà, a cargo del mallorquín Lluís Quintana-Murci, director de la Unidad de Genética Evolutiva del Instituto Pasteur, organizada por el Club Ultima Hora-Valores.

¿Cómo valora la labor de Lluís Quintana-Murci?
—Ha demostrado unas capacidades muy destacables. Hay que poner en valor que un mallorquín presente un nivel tan alto en un instituto tan prestigioso como el Pasteur. La genómica tendrá un peso muy importante en la medicina del futuro.

Uno no deja de pensar que es una pena que Quintana-Murci o usted mismo no puedan ejercer su labor en Baleares.
—Bueno, la verdad es que, en mi caso, tengo la sensación de que he crecido profesionalmente y he podido hacer todo lo que he hecho precisamente por haber salido fuera.

Parece que los casos de COVID-19 se han disparado. ¿En qué situación nos encontramos realmente?
—No estamos como en el momento difícil de 2020, ni mucho menos. Se ha avanzado en investigación y en colaboración científica, y tuvimos vacunas en un tiempo récord, pero no estamos en una situación mucho mejor. Se están incrementando los casos en muchos países. No sabemos cómo evolucionará este escenario. La situación no está controlada y la COVID persistente sigue ahí, creando problemas para los que todavía no tenemos solución. Y vendrán nuevas pandemias.

Pero, en general, parece que la sociedad lo ha olvidado, o quiere olvidarlo, como si nunca hubiese pasado.
—Pues el virus sigue presente, es más complejo, afecta a mucha gente y sigue matando, sobre todo a las personas más vulnerables. En el momento álgido de la pandemia se hablaba de las tres emes: mantener la distancia, lavarse las manos y utilizar la mascarilla. Ahora deberíamos centrarnos en las tres uves: vigilancia, ventilación y vacunación. Si no es así, podemos encontrarnos con un empeoramiento del escenario actual. Hay que seguir invirtiendo en salud pública e investigación.

¿Se ha dejado de investigar en nuevas vacunas?
—Las vacunas son muy importantes para reducir la mortalidad de las personas más vulnerables. El virus cambia para sobrevivir y no tenemos la vacuna perfecta para este momento. Hay que preparar vacunas para las nuevas variantes. Las conocidas no serán tan efectivas. Así lo ha dicho la Agencia Europea del Medicamento. Ya no vale aprovechar las vacunas antiguas que se compraron para la situación anterior.

Por lo que dice, uno teme que el sistema sanitario y sus profesionales vuelvan a verse desbordados.
—Esperemos que no ocurra, pero no puede descartarse. Tenemos cartas para jugar, pero no la definitiva. Hay hospitales que han vuelto a imponer el uso de la mascarilla en determinadas zonas.

Sin embargo, pese a esos momentos tan difíciles, el sistema sanitario español ofreció una mejor respuesta que en otros países.
—En efecto. El sistema sanitario español mostró su fortaleza, pero también sus deficiencias. Salió tocado, lo que demuestra que hay que seguir apostando por más recursos en el sistema público. No podemos reducir sus capacidades, sino reforzarlas. No se puede gestionar un país sin una sanidad fuerte. El número de médicos en determinadas especialidades no es suficiente y la atención primaria es precaria. No podemos bajar la guardia.

Como experto en gestión de la salud pública, ¿qué opina de la exención del catalán para los sanitarios?
—Lo normal sería que aprendieran el catalán, tener unos conocimientos de la tierra donde trabajan. Debería formar parte de su curriculum. Una formación en catalán, con la flexibilidad que sea necesaria, ayudaría a su prestación. Para un castellanoparlante no es tan difícil. Es esencial que se pueda atender al paciente que se expresa en su lengua. La comunicción forma parte de la atención sanitaria. Si el legislador no lo tiene en cuenta, se pierde parte de esa atención. Por lo tanto, es una equivocación dar pasos atrás.

Volviendo al tema de la conferencia, ¿puede detallar la importancia de la genética en la medicina del futuro?
—La información genética nos puede decir si un recién nacido puede desarrollar una enfermedad grave o rara. No es ciencia ficción. Sin embargo, disponer de la información genética de un individuo no debe llevarnos a un mundo y una medicina desiguales, vinculados a un estatus económico. Al contrario, la medicina deberá ser equitativa, solidaria y cohesionadora. Quintana-Murci habla de la medicina de precisión, es decir, un enfoque del tratamiento y la prevención de enfermedades que tiene en cuenta la genética, el ambiente y el estilo de vida de cada persona. Este enfoque permitirá a la medicina fijar de manera más precisa qué estrategias serán más efectivas ante una enfermedad en particular entre un colectivo determinado.

Hablamos de pandemias, pero ¿y el cambio climático?
—El cambio climático afecta a la salud, incluida la mental, y mata. No podemos dejarlo todo en manos del sistema sanitario. Hay que luchar contra el cambio climático y mejorar el medio ambiente. Esas acciones contribuyen a la salud de la población.