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Las compañeras de Cornelia Arends, una guía turística de 25 años, hallaron el 28 de enero de 1979 su cuerpo sin vida en el apartamento que compartían en la calle Amílcar de s'Arenal. La víctima estaba desnuda, tendida sobre la cama con los brazos abiertos y las muñecas atadas: una de ellas en la barra de la cama y la otra en una silla. En su pecho, cerca del corazón, tenía un cuchillo clavado y otro entre sus senos sin manchas de sangre. La cara de la víctima revelaba síntomas de haber padecido un gran sufrimiento, ya que presentaba múltiples lesiones faciales y a modo de mordaza tenía sus prendas íntimas. Los investigadores calificaron el crimen de ritual sexual por el modo en el que se encontró el cadáver.

Algunos vecinos declararon a la Guardia Civil que habían escuchado gritos y ruidos extraños, pero que nunca pensaron que se tratara de un asesinato. Además, su coche fue encontrado aparcado junto al edificio con la puerta abierta.

En el transcurso de la investigación, hubo varios sospechosos, incluso el novio de la joven, pero fueron descartados por falta de pruebas. Finalmente fue detenido un chico alemán que tenía una llave del apartamento de Cornelia y cuya coartada no era muy creíble, pero también quedó en libertad.