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Rafael Cobo, el hombre que mató a su mujer apuñalándola por la espalda, era consciente o sufría un trastorno mental. Esta es la gran decisión que deberá tomar el jurado popular que juzga la muerte de Ana María Muñoz, la mujer que había abandonado a su marido tras sufrir malos tratos y había pedido ayuda en un centro de acogida. Las discrepancias médicas sobre el estado mental de Rafael Cobo dificultan la labor del jurado para determinar la responsabilidad penal del acusado.

El jurado escuchó ayer el testimonio pericial de los médicos forenses Antonio Siquier y Julio López Bermejo; del psicólogo Javier Torres y de los psiquiatras Victorí Planells y Nicolau Llaneras.

El único punto en el que coinciden los médicos es que el acusado, tras cometerse los hechos, tuvo una reacción amnésica que le impide recordar lo que ocurrió. Por ello consideraron lógico que el acusado dijera en su declaración que no recordaba lo que había pasado. A juicio de los forenses, esta reacción amnésica es posterior al suceso y por tanto afirman que Rafael Cobo era muy consciente y capaz de valorar lo que estaba haciendo cuando decidió coger un cuchillo y apuñalar a la mujer por la espalda. Sobre este punto discrepan los psiquiatras, que aseguran que el acusado sufre un grave trastorno de personalidad que le impedía tener una libertad de pensamiento y decisión. En este sentido, los psiquiatras explicaron al jurado que, a su juicio, Rafael Cobo, tenía una personalidad que se desdoblaba. Por ello, afirman que esta alteración de la conciencia se produjo antes de iniciarse la discusión, y por ello el acusado sólo recuerda el momento que llegó su mujer a su casa y abofeteó a su hija porque descubrió que fumaba. Los psiquiatras indicaron que debía valorarse que, antes de se produjeran los hechos, el acusado había ingresado dos veces en el área psiquiátrica de Son Dureta, coincidiendo con disputas con su mujer.