Ni ajuste de cuentas, ni ejecución mafiosa. Antonio Andrades, el
hombre que apareció muerto en el maletero de un coche en la Costa
d'en Blanes, hace hoy una semana, se suicidó. La investigación de
la Guardia Civil, que en los cinco primeros días se centró casi
exclusivamente en la hipótesis del crimen, y en la que incluso se
procedió a la detención de un «sospechoso», ha concluido que el
joven malagueño se metió en el turismo, provocó un incendio y murió
asfixiado. Por tanto, nada era lo que parecía.
La Oficina Periférica de Comunicación (OPC) de la 313
Comandancia hizo público ayer un comunicado en el que se exponían
las razones que han dado un vuelco tan espectacular al caso del
fallecimiento de Andrades. La nota indica que la víctima presentaba
«evidentes muestras de lesiones en el rostro y en otras partes del
cuerpo» y que el propio infortunado, días antes de hallarse su
cuerpo sin vida, declaró que le habían agredido y que querían
matarle. La Benemérita "sigue el informe" halló un «complicado
escenario» del supuesto crimen, con velas y gasolina que debían
incendiar el Seat Ibiza y que sólo sirvieron para provocar
humo.
Para colmo, el mismo día del macabro hallazgo un conocido de
Andrades dejó la Isla en barco, con destino a Valencia, y fue
detenido a su llega al puerto como sospechoso. Luego quedó en
libertad sin fianza, pero el instituto armado insistió en que la
relación con el muerto presentaba «puntos oscuros». Pues bien, casi
una semana después los investigadores de la Policía Judicial han
determinado que el joven malagueño no fue agredido. Muy al
contrario, las lesiones que presentaba se las originó cuando
escalaba por una pared de su casa de Sant Agustí, para acceder al
interior por la ventana. Se había olvidado las llaves y cayó desde
una altura considerable, lesionándose.
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