Ramón Elvira González vive en un pequeño habitáculo situado en el
número 4 de la calle 366, en Gènova. La pasada madrugada el
interior de la casa quedó inhabitable después de dos incendios
consecutivos y Ramón, a sus 68 años y con casi nada de dinero en
los bolsillos, se quedó sin un lugar donde pasar la noche.
Los policías locales que se desplazaron al lugar efectuaron
múltiples gestiones. En Can Pere Antoni dijeron que estaba lleno, y
unos vales que tienen para alojamientos en hostales en casos de
emergencia estaban agotados. Al final se contactó con el centro de
es Carrilano, y ahí fue donde pudo pasar la noche Ramón. El hombre
se acomodó en un sofá, puesto que las camas estaban ocupadas, y a
primera hora de la mañana abandonó el centro y regresó a
Gènova.
El primer incendio en el habitáculo se inició alrededor de la
medianoche y Ramón Elvira lo apagó él solo, produciéndose
quemaduras en una mano por lo que se dirigió a urgencias de Son
Dureta. Al regresar, poco antes de las dos de la madrugada, puso
una olla a calentar en un fogón de cámping gas. Por el suelo había
ropa esparcida, que fue alcanzada por las llamas y se produjo otro
fuego. Unos vecinos acudieron al lugar y después de avisar a la
Policía Local y Cos de Bombers, comenzaron a extinguir las
llamas.
A los pocos minutos llegaron funcionarios de los dos cuerpos que
acabaron de extinguir el incendio. Comenzó entonces la parte
burocrática del caso, que hizo que se indignaran muchos de los allí
presentes. Ramón Elvira ni siquiera protestó y fue acompañado al
centro de es Carrilano. Ayer estaba previsto que se pusieran en
contacto con el responsables de los Serveis Socials del
Ajuntament.
El hombre manifestó que cobra una mísera paga, con la que pagaba
un módico alquiler por el cuarto que tiene alquilado, en
Gènova.
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