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«Josefa Orta tuvo una muerte muy lenta y cruel». Así lo afirmó ayer la fiscal Dolores Rodríguez en su informe del juicio contra el presunto autor del homicidio, Fabrizio Menegoli, que ayer quedó visto para sentencia. La acusación imputa al italiano los delitos de robo y homicidio y pide 18 años de cárcel. La fiscal afirmó que el italiano aprovechó sus dotes de simpatía para conquistar a la víctima y permitir que ella le dejara entrar en su casa, pese a que la mujer no solía abrir la puerta a casi nadie. Una vez dentro, según la acusación, se aprovechó de que Josefa era una persona débil y enferma, por lo que no pudo evitar que el acusado la atara y amordazara. El agresor se encargó de que la mujer no pudiera respirar al aplastarle la cabeza contra el cojín. Por este motivo pudo tardar horas en morir, según la fiscal, «mientras Fabrizio rebuscaba en el piso en busca de joyas». Pese a que el acusado niega que estuviera en la vivienda de la mujer, según el fiscal, sus huellas aparecidas en el piso le desmienten. Señaló también la fiscal que hay testimonios que afirman que el acusado se dedicó a vender las joyas de la difunta en el barrio «chino» de Palma, y los beneficios justificarían que tuviera 70 mil pesetas cuando fue detenido.

El abogado Francisco Riera, que representa a la familia, hizo suyas las afirmaciones del fiscal, pero insistió en que el acusado había cometido un delito de asesinato y no de homicidio. La acusación particular insistió en que Fabrizio buscó siempre la muerte de la mujer, «porque le presionó el craneo contra el cojín tras meterle el pañuelo en la boca».