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Una sentencia, dictada en la Audiencia de Palma, ha condenado a un empresario mallorquín por su responsabilidad en un accidente laboral que sufrió uno de sus empleados, cuya mano quedó mutilada a consecuencia de este incidente. El empresario, propietario de una conocida imprenta de Palma, tendrá que hacer frente a una indemnización de más de 20 millones de pesetas por las lesiones y secuelas que sufrió el trabajador, que había sido contratado como peón, y que realizaba funciones que no le correspondía a su categoría profesional.

El trabajador entró en la empresa el día 13 de febrero de 1995. El contrato era de seis meses, pero después se prorrogó. El día 1 de febrero de 1996 el joven recibió la orden de manipular la guillotina cortadora de papel, que fue la causante del accidente. La hoja metálica de la guillotina cayó directamente sobre la mano izquierda del peón, sufriendo la amputación de cuatro dedos de la mano. Este desgraciado suceso se produjo quince días antes de que se le terminara el contrato. El accidente, según refleja la sentencia, ocurrió al manipularse el mecanismo de seguridad, que el peón tuvo que retirar al reparar una obstrucción.

Antes de producirse el accidente, según resalta la sentencia, el joven era una persona muy activa. No sólo realizaba una actividad laboral en la imprenta, sino que además era practicante de varios deportes, como el fútbol o el thai-boxin, siendo incluso monitor de este tipo de lucha. Por estas dos actividades cobraba un sueldo.

El peón de la imprenta estuvo casi dos años de baja como consecuencia de este siniestro. Los médicos le reimplantaron dos dedos de los pies en la mano. Por este motivo, ahora precisa unas plantillas de silicona para poder apoyar los pies y caminar con normalidad, amén de los perjuicios estéticos que presenta en la mano mutilada.