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Era de una estampa inconfundible, tocada con un sombrero de paja, esbelta y siempre sobre un destartalado ciclomotor. La de María Nuria Llansó Jornet, vecina de La Vileta y en sus últimos años de Marratxí, es una de esas historias que pone los pelos de punta: consagró su vida al cuidado de los gatos, lo dio todo por ellos, y paradójicamente la semana pasada murió cuando trataba de esquivar a un felino que se le cruzó en su camino.

María Nuria nació en Manila, la capital filipina, pero desde muy pequeña se afincó en Mallorca, en concreto en el predio de Son Peretó. Los gatos fueron siempre su gran familia y esta circunstancia la convirtió en un personaje popular y entrañable en Palma. Al mando de su Mobylette recorría calles y caminos, en busca de un gato herido o con la esperanza de «colocar» alguno de los animales abandonados que recogía. A diario acudía al Mercat de s'Olivar, en donde era muy apreciada y conocida por los comerciantes, y se abastecía de comida para sus pequeñas mascotas.

Pero el día 16, a las nueve de la noche, María Nuria montó por última vez en su ciclomotor. Tomó la calle Eusebio Estada y a la altura del número 60, en la esquina con Pons y Gallarza, sufrió un accidente fatal. Cayó al suelo y se golpeó la cabeza. Por prescripción médica no llevaba casco, sólo su sombrero de paja tan característico. Ingresó en estado crítico en Son Dureta y le sobrevino una hemorragia cerebral. Murió en la madrugada del día 17 al 18. Ironías de la vida, la Policía Local averiguó que se había accidentado al esquivar un gato que se cruzó en su camino. Pero María Nuria seguro que está tranquila: ni siquiera lo rozó.