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MICHELS/J.D.S. Llega el verano y las vacaciones. Lo que para unos se convierte en deleite para otros pasa a ser un auténtico calvario. La primera situación es la que viven muchos ciudadanos; la segunda, la de sus perros. Uno de julio, muchas familias inician el periodo vacacional. El perrito que compraron en invierno para alegrar a los niños se torna un estorbo a la hora de salir de vacaciones. Ésta es una de las circunstancias habituales por las que muchos propietarios abandonan a sus perros. Las cifras de abandono son alarmantes. Sin embargo, existe otro hecho similar: los dueños de canes que los dejan descuidados para salir de vacaciones.

Esto es lo que ha ocurrido en la finca de Son Llebre, en Santa Ponça, en la que habitan numerosos perros. Una «patrulla verde» (policía forestal, encargada de asuntos de medio ambiente) de la Policía Local de Calvià y un veterinario del mismo Ayuntamiento han decidido arrebatarle tres perros a su dueño y asistirlos en la perrera municipal.

Los canes vivían en unas condiciones deplorables, en una especie de cobertizo, sin techo y soportando temperaturas superiores a los 35 grados centígrados. Además de carecer de un techo bajo el que guarecerse, la comida y el agua que recibían eran escasas. El líquido era depositado en recipientes de plástico que, al estar al sol, acababa evaporándose. Se han apreciado indicios de desnutrición, que confirman que los animales están desatendidos por su propietario.