TW
0

«Eran las tres y dos minutos de la madrugada y el mundo comenzó a temblar. Para mí fue una eternidad y pensé que se trataba del fin del mundo». Luisa Clare Hilton Vidal es una mallorquina de 23 años que acaba de obtener la licenciatura en Sociología en la universidad de Surrey (Gran Bretaña). Como premio, el pasado lunes viajó a Estambul para pasar quince días con Ayse, una amiga turca con la que estudió la carrera. Pero los acontecimientos se precipitaron y Luisa fue testigo directo y víctima de la tragedia de Turquía. Así lo cuenta: «El lunes por la tarde llegué a Estambul, a la casa de los padres de Ayse, en el undécimo piso de una torre construida por un arquitecto japonés.

Después de cenar y hablar me fui a la cama y estuve un rato leyendo. A las tres de la madrugada apagué la luz, y dos minutos después noté 'algo' en los pies que se movía. Pensé que era el gato, pero se trataba de un ruido que iba creciendo. Era como una vibración, como una onda expansiva que subía desde los pisos inferiores. Y de repente toda la casa vibró con más intensidad. Comenzaron a caer jarrones, lamparillas y objetos que estaban encima de mesas. Todo temblaba, el piso de movía. Fueron 45 segundos pero para mí representó una eternidad. Por un instante toda mi vida me pasó por delante. Estaba segura de que iba a morir y después recordé a mis padres y a mi familia. Eso me dio fuerzas».

Nos abrazamos todos, Ayse, sus padres y su abuelo. Estuvimos así un rato y después el padre de Ayse nos tranquilizó. Dijo que se había tratado de un terremoto y explicó que la torre donde estábamos era segura. Éste ha sido uno de los grandes problemas en Turquía. Miles de personas han muerto porque sus viviendas no estaban bien construidas. Después Ayse y yo bajamos a la calle y nos fuimos a la playa. Es una zona que viene a ser una tercera parte del Paseo Marítimo de Palma. Miles de turcos se congregaron allí. En todos los rostros había miedo. Los aparatos de radio sólo hablaban del terremoto y las voces de los locutores temblaban.