«Estaba cantado que se iba a caer. Vimos que daba vuelos rasantes y
el motor hacía un ruido muy raro; parecía como si se parara y luego
volviera a funcionar». El aparatoso aterrizaje forzoso fue
presenciado por conductores, transeúntes y vecinos de la zona, que
siguieron extrañados las maniobras del aparato hasta que se
estrelló en los terrenos de Gesa.
La subestación en cuestión suministra el 25 por ciento de la
electricidad que recibe Palma y el impacto directo contra las
torretas habría sido fatal, tanto para los tres ocupantes del
aparato como para la normalidad en el abastecimiento eléctrico. Así
lo confirmó Ernesto Bonnín, subdirector de Gesa, y que acudió con
celeridad al escenario del accidente nada más tener conocimiento de
lo ocurrido. José Antonio Far, jefe de la unidad de los bomberos
desplazada a Son Moix, destacó la pericia del piloto «porque no era
nada fácil aterrizar donde lo hizo; esquivó unos cables de alta
tensión y evitó chocar contra la subestación. Podría haber sido un
accidente de consecuencias fatídicas», reconoció.
Responsables de AENA también visitaron los terrenos de la
colisión, a fin de confeccionar el correspondiente informe. Son
Moix, durante media hora, se convirtió en un caos de tráfico
propiciado por la curiosidad de numerosos conductores que detenían
sus coches en el arcén o circulaban a una velocidad muy baja,
alarmados por las sirenas de las ambulancias y el gran despliegue
policial. «Fue increíble; cayó casi en el único lugar donde podía
hacerlo. En un lado tenía la gasolinera, en otro el estadio de Son
Moix, en otro la carretera y al fondo los cables de Gesa», apuntó
un testigo presencial.
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