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Un inspector de policía que investigó el tiroteo ocurrido en Manacor declaró ayer ante el tribunal que juzga el caso, que tenía la convicción de que los hermanos Ramón y Manuel Orta Gámez, los dos acusados, cayeron en una encerrona, lo que descartaría que el encuentro con la familia Santiago Heredia fue casual.

En la segunda sesión del juicio, en el que el fiscal reclama 68 años de cárcel, la defensa intentó demostrar que las personas que resultaron heridas en el tiroteo contaron mentiras. Manuel Santiago, su presencia en la noche del día 2 de marzo de 1999 en el cruce de Son Moix, en Manacor, fue casual, y negó que hubiera retado a Ramón Orta para que acudiera a su encuentro. La defensa interrogó a los testigos para que explicaran si el paso por el cruce de son Moix era el camino más corto para llegar al domicilio de los Santiago Heredia. La mayoría confirmó que no. Sin embargo, este cruce si es paso obligado para llegar al domicilio de los acusados. Uno de los policías manifestó su «certeza moral de que los Santiago estaban esperando a los Orta para algo», aunque no pudo confirmar que motivo justificaba este encuentro. En la primera sesión del juicio la persona que resultó herida en el tiroteo dijo que aquella noche salió de compras con su mujer y que se detuvo junto al cruce de Son Moix porque su hijo tuvo necesidad de orinar. Manuel Santiago negó que hubiera disparado contra el vehículo en el que iban los dos hermanos Orta Gámez (que son sus cuñados), e insistió en que se encontraba desarmado.

Un hermano de los acusados declaró ayer al tribunal que fue testigo de una discusión (antes del tiroteo) entre Manuel Orta y Manuel Santiago, en la que éste último le estaba gritando. Cuando se acercó a pedirles explicaciones, «Manuel me dijo que mi hermano (refiriéndose a Ramón) debía irse del pueblo por las buenas o por las malas». El hermano afirmó que vio como la esposa de Manuel Santiago escondía algo debajo del jersey, lo que él interpretó que se trataba de armas. El testigo señaló que al día siguiente del tiroteo, la familia rival se presentó en su casa y comenzó a disparar. «No puedo instalarme en ningún mercado porque me sacan del sitio. Temo por mis hijos», explicó un hermano de los acusados.