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En la tercera sesión del juicio los abogados defensores Fernando Mateas y Eduardo Valdivia plantearon la duda de que la mujer, que afirmó que dos balas le pasaron rozando por la cabeza y por el cuello, contara la verdad. Esta mujer es la esposa de Manuel Santiago, cuñado de los Orta Gámez, al que supuestamente iban dirigidos los disparos. Tras el tiroteo la esposa acudió al hospital con unas leves erosiones. Indicó a los médicos que se las había producido el roce de una bala. Los abogados creen que es muy extraño que el tirador tuviera tanta puntería para «rozar» con las balas el cuello y la parte superior del párpado de la mujer. Los médicos forenses Emilia Salas y Javier Alarcón confirmaron que las heridas son compatibles con el roce de una bala, pero también lo son con otro tipo de agresiones, como podría ser el arañazo de una rama. Los forenses confirmaron también que Manuel Santiago fue alcanzado en una mano por una bala que había rebotado.

Por otra parte, los inspectores de la Policía Científica explicaron el contenido del informe de balística, que confirma que en el tiroteo se utilizaron dos pistolas. En el coche en el que viajaba la familia de los Santiago Heredia, un Opel Omega, se localizaron dos impactos de bala. El primero, que alcanzó el parabrisas, se realizó de frente, mientras que el segundo, que salió rebotado tras alcanzar el capó, se efectuó cuando los dos vehículos estaban en posición perpendicular.

En cambio en el coche en el que iban los dos acusados la policía encontró cinco impactos de bala. El más significativo es el que alcanzó el capó, que según la policía, se realizó desde una posición casi vertical con respecto al vehículo, lo que descartaría la versión de los acusados, que afirmaron que les estaban disparando desde el otro coche. Los peritos también confirmaron que otro de los disparos se realizó desde el interior. Los policías manifestaron sus dudas de que el cruce de Son Moix fuera el lugar más adecuado para planear una emboscada, tal como había afirmado un compañero el día anterior, porque se trata de una zona muy abierta y es difícil esconderse.